Serpientes y escaleras - Liderazgo
En opinión de Eolo Pacheco
En medio de la crisis sanitaria, no hay una figura a quien seguir.
Liderazgo
La fase 3 de la pandemia de covid-19 obliga a todos a tomar medidas preventivas para evitar contagios y preservar la salud; los gobiernos han establecido estrategias para afrontar la crisis y llevan a cabo acciones que intentan contrarrestar el impacto en la economía familiar, pero no hay alguien que se preocupe por dar certidumbre a la ciudadanía. Hay medidas personales y lineamientos institucionales, lo que no se observa es un liderazgo que inyecte confianza a la gente.
Al iniciar esta nueva etapa de la pandemia, la más crítica porque se trata de un momento de contagio masivo, es necesario que en la entidad exista una figura que públicamente conduzca las acciones, que muestre el camino y que genere confianza. Alguien que no solo esté tomando decisiones, se requiere alguien que también, de manera permanente, se vea, se escuche y confirme que en la nave hay un capitán al mando.
Si los pronósticos de todas las autoridades sanitarias del país y del estado se cumplen, las que vienen serán semanas muy difíciles para todos; ya no se trata solo del aislamiento generalizado, sino de la multiplicación de casos y el incremento sustancial de las muertes. Apenas 48 horas después de que se dio por iniciada la Fase 3 del covid-19, por ejemplo, seis personas más fallecieron en Morelos.
La confianza ciudadana es igual de importante que las acciones gubernamentales; los políticos pueden tomar decisiones, establecer mecanismos y dar órdenes, pero la gente necesita alguien a quien seguir, alguien a quien escuchar, una figura en quien confiar; sobre todo en momentos tan críticos como los actuales.
La prolongación de la cuarentena genera escenarios que dificultan la situación que enfrentamos; desde el principio se supo que al dejar de trabajar, muchas personas, negocios y empresas comenzarían a tener serios problemas de liquidez económica, pero lo que pocos observaron es que el aislamiento generaría también aspectos delicados como violencia intrafamiliar, alcoholismo y problemas psicosociales que enrarecerían el ambiente y harían más complejo seguir en aislamiento.
El gobierno federal se ha adelantado a las fases de la pandemia y ha aplicado medidas de prevención mucho antes que otros países en situaciones similares; la estrategia es clara: se busca administrar la crisis y prolongar la epidemia para no perder la capacidad de atención médicas de los enfermos; ergo: una epidemia larga, pero sin tantos enfermos al mismo tiempo.
Estructuralmente la decisión es adecuada, porque de esa manera se salvan vidas y se evitan riesgos innecesarios; el gobierno federal ya vio lo que ha ocurrido en otros países y busca sortear escenarios como los que se vieron en Italia, España o Ecuador; incluso viendo la Unión Americana, queda de manifiesto que restringir la movilidad ayuda a disminuir los contagios.
Un importante porcentaje de la población ha seguido las indicaciones gubernamentales y se ha recluido en su casa; el cierre de colegios, de plazas comerciales, de cines, gimnasios, restaurantes y en general, de todas las áreas recreativas y de entretenimiento han ayudado a disminuir la movilidad; en esta nueva fase las medidas continúan, aunque la firmeza gubernamental aumenta: a partir de ahora se anuncian sanciones económicas a negocios que no acaten la disposición y cárcel para ciudadanos que insistan en andar en la calle sin motivo.
Todo lo anterior es comprensible y viendo los números de la pandemia, efectivo; adelantarse a la crisis, tomar decisiones anticipadas y establecer medidas que inhiban la movilidad ha sido un factor fundamental para que el conteo de enfermos y decesos no sea tan alto como en otros países; el punto pendiente es el económico. Ahí es donde se requiere liderazgo
Para la mayor parte de la población queda clara la necesidad de mantenerse a resguardo, de evitar el contacto con otras personas y protegerse en familia. Las reglas se siguen a sabiendas que pasada la pandemia vendrán tiempos difíciles para todos, porque parar las actividades productivas no detiene el gasto diario, ni permite, en el caso de las empresas y los comercios, aguantar los costos de operación.
Para la mayoría de las micro y pequeñas empresas la ampliación del periodo de cuarentena es la diferencia entre un cierre temporal y uno definitivo, los coloca contra la pared, los lleva a ajustar salarios y en algunos casos los obliga al despido de la planta laboral; los ingresos se detienen, pero los gastos siguen y tras un mes de cuarentena aún no hay certeza de cuándo podrán reabrir sus puertas o volver a trabajar.
Por ese escenario post pandemia es que resulta sustantivo la presencia de un líder que genere esperanza y mantenga vivas las expectativas, alguien que no solo tome decisiones en la crisis de sanidad, se requiere alguien que ofrezca esperanza ante la debacle económica y que impulse a salir adelante.
A los médicos y a los científicos les toca tomar las decisiones que se requieren para superar la pandemia; a los políticos y a los gobernantes les corresponde trazar el rumbo para retomar el camino después de la crisis del covid-19.
Hasta el momento no hay nadie que asuma ese rol.
- posdata
Algunas autoridades municipales, empezando por las de la capital, han advertido que habrá sanciones económicas a negocios que abran sus puertas a pesar de no ser actividades esenciales y detención hasta por 36 horas a ciudadanos que deambulen en las calles sin tener nada que hacer. Las medidas tienen que ver con el inicio de la Fase 3 del coronavirus y la urgencia de aplanar la curva de contagios.
Frente a estas medidas surgen voces de defensores de los derechos humanos que refieren que legalmente no se puede privar a un ciudadano de sus derechos constitucionales de libre asociación y tránsito, además de que afirman que tales determinaciones no ayudan a la contención de la pandemia.
Puede ser que hablando de lo estrictamente legal, los ordenamientos municipales no tengan sustento jurídico y vayan en contra de los derechos ciudadanos consagrados en la carta magna; recordemos, empero, que ante la pandemia mundial estas determinaciones se han tomado en distintas partes del mundo y ha sido efectivo para aminorar el impacto de la enfermedad.
No olvidemos, además, que los organismos de derechos humanos, muchas veces por el protagonismo de sus titulares, se convierten en instituciones que defienden más a los delincuentes que a las víctimas, que demandan el respeto de quienes agredieron en primera instancia, sin tomar en cuenta los efectos de esas acciones en personas a quienes lastimaron, engañaron o privaron de la existencia.
En este caso en particular habría que valorar que si bien es cierto la gente tiene derecho a transitar libremente por las calles y reunirse con quien quiera, en una situación atípica como la actual es fundamental atender las medidas sanitarias establecidas por el consejo nacional de salud, cuyas resoluciones para este efecto en particular, se establecen por encima de la constitución misma.
Pero el punto a discutir no es jurídico, sino humano y sanitario. Una gran cantidad de ciudadanos se aíslan, se cuidan y obedecen los lineamientos oficiales para superar la crisis; otro porcentaje, al que defienden los organismos de derechos humanos, son precisamente aquellos que no creen en la enfermedad, que no les importa tomar medidas de sanidad y les da igual contagiarse y contagiar a otros.
Por supuesto que también ellos, aunque sean pendejos, tienen derechos humanos; pero sus derechos personales no están por encima del derecho de los demás.
Las medidas sanitarias de aislamiento y sana distancia deben aplicarse por el bien de la mayoría, aunque no les guste a los pendejos.
- nota
Las primeras imágenes fueron en el nortel del país, eran despensas que entregaban a la gente con la imagen de El Chapo Guzmán.
Luego surgieron otras similares, con el sello del Cártel Jalisco Nueva Generación, en comunidades aledañas a Guadalajara y zonas del Bajío.
Las que aparecieron esta semana en Cuernavaca tienen un sello particular, de “El señorón” y son repartidas por personas vestidas de negro.
Son imágenes bizarras en un momento absurdo de nuestro México Mágico: los políticos entregan pequeñas despensas con algunos pocos productos de la canasta básica y los grupos criminales regalan paquetes repletos de comida y artículos para el hogar.
Una despensa no cambia la maldad de los delincuentes, ni los engaños de los políticos.
Algunas despensas, por cierto, son muy parecidas en su contenido; cualquiera pensaría que el político es delincuente o que el delincuente es amigo de algún político.
- post it
Entendamos la importancia de las medidas de aislamiento a partir de lo que ha pasado en California, Estados Unidos. Así lo publica El País:
Las proyecciones de los expertos decían que en abril los recursos sanitarios de California estarían viviendo un escenario complicado. Las autoridades hacían cuentas:
Hay 416 hospitales en el Estado, suponiendo que las 87.000 camas que hay en California estuvieran disponibles, aun así faltarían entre 10.000 y 20.000 camas en el pico de contagio, más o menos en la tercera semana de abril.
La fecha llegó y no faltaron camas y sobran respiradores. California no solo esquivó el peor escenario, está superando las previsiones más optimistas. Está aplanando la curva.
El 19 de marzo el gobernador de California se dirigió a los ciudadanos en un tono grave para anunciar una medida sin precedentes en Estados Unidos en ese momento: la orden de cuarentena obligatoria para todo el estado, con 40 millones de habitantes. “Nuestro destino y nuestro futuro están dentro de nosotros. Al final, son las decisiones y no las circunstancias las que determinan nuestro futuro”. Newsom se puso en lo peor, ese día había mil contagios confirmados y 19 muertos en el Estado.
El día antes envió una carta a Donald Trump pidiendo ayuda federal en la que aseguraba que, según las proyecciones del Estado, el 56% de la población de California se iba a contagiar de covid-19: 22,5 millones de personas; si el 20% necesitaba hospitalización, el sistema se iba a colapsar. Un dato especialmente inquietante era que se habían detectado 44 casos de contagio local en solo 24 horas. Al anunciar la cuarentena Newsom dijo: “Esta situación no es permanente. Es un momento en la historia. Vamos a estar a la altura de este momento, y miraremos atrás a estas decisiones como cruciales. Si nos van a criticar, que sea por tomárnoslo en serio”.
Las proyecciones fueron mejorando con los días, pero no lo suficiente. Una semana después el modelo del Instituto de Métricas de Salud de la Universidad de Washington (IHME), que calcula la curva de la pandemia por Estados, decía que en California faltarían 300 camas de cuidados intensivos y 1.200 respiradores para atender a los enfermos.
El 19 de abril ese mismo modelo mostró una curva muy bajita: en el supuesto pico de contagios sobraban más de 24.000 camas de hospital y 1.500 de la UCI. California acaba de prestar 500 respiradores a Nueva York y otros Estados porque por el momento no los necesita.
Un mes después de aquel discurso, Newsom ha superado el miedo al gafe y ya dice abiertamente: “Estamos aplanando la curva”. Más de 80 días después del primer contagio, el número de muertos es de menos de mil. Arturo Vargas Bustamante, profesor de Política Sanitaria en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) confirma que “según todas las proyecciones”, se ha aplanado la curva. “Si todo sigue como hasta ahora, se debería mantener la tendencia”.
Las medidas de California “Fueron muy duras y además las primeras en Estados Unidos”, explica Vargas. Se tomaron cuando apenas empezaban los contagios. Cuando llegó el 19 de marzo, ya hacía una semana que habían cerrado los colegios de San Francisco y Los Ángeles. Tres días antes, todo el área de la bahía de San Francisco había decretado la primera orden de cuarentena de Estados Unidos. Los bares ya estaban cerrados. “En UCLA llevábamos sin ir a clase desde el 13”, recuerda Vargas. Las grandes empresas de Silicon Valley habían mandado a sus empleados a casa. Disneyland había cerrado. Hollywood se había paralizado. “Esos días parecen haber sido claves. En Nueva York ya había mayor transmisión cuando se instauraron las medidas”.
- redes sociales
Si como gobernante dudas en estos momentos de crísis, solo recuerda el caso de California: “Si nos van a criticar, que sea por tomárnoslo en serio”
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