¿Requiem por el IMIPE?
En opinión de Aura Hernández
“Transparencia y verdad no son idénticas”
Byung Chul Han, en La sociedad de la Transparencia.
Por Aura Hernández
La transparencia es una regla de oro de la democracia, dicen los clásicos. Una sociedad bien informada, es una sociedad exigente en términos cívicos, es una sociedad que en su conjunto, en teoría, decide razonablemente, que cuestiona la corrupción y que se plantea la rendición de cuentas como una herramienta cotidiana en su vida.
Particularmente quienes trabajamos teniendo como herramienta de trabajo a la información oficial y su acceso, y sobre todo quienes lo hicimos todavía en algunas décadas del siglo XX, valoramos la transparencia de lo público como una pieza fundamental en el ejercicio del derecho a la información y en la construcción de ciudadanía pues la información oficial se consideraba entonces como patrimonio del poder.
Para quienes vivimos esa realidad producto del control político hegemónico que caracterizó a prácticamente todo el siglo XX, fue muy esperanzador que el mismo Estado creara sus propios órganos garantes de acceso a la información pública, y aunque la existencia de la legislación no significó de inmediato la apertura de la información pública hacia la población, si fue un guiño para iniciar la batalla en favor del derecho a saber.
Con la alternancia política en el año 2000, la transparencia fue un tema que se incorporó al discurso oficial, y en los años tempranos del siglo XXI se inició la regulación de un derecho que desde la década de los setenta del siglo pasado se había quedado a deber a los mexicanos: “el Estado garantizará el acceso a la información”.
Fue gracias al activismo de colectivos y personajes estudiosos del tema del acceso a la información que, poco a poco la idea de reglamentar ese derecho se consolidó a nivel nacional y en los estados de la república mexicana. En Morelos, se dio la coyuntura para que, según se dijo, se instituyera el órgano garante con una ley de vanguardia, que ya planteaba como sujetos obligados a los partidos políticos y le agregaba la obligación del estudio estadístico al órgano garante.
No sin problemas, logró aprobarse la ley de transparencia en el estado a la que muchos le cuestionaban que fue hecha a pedido, con pago de por medio, a algunos personajes del grupo Oaxaca, que después se encumbraron en la administración de justicia, la electoral concretamente. Lo que es innegable es que la Ley se aprobó con el consenso de todos los partidos políticos representados en el Congreso del estado y gracias a lo cual, después de Sinaloa, Morelos fue unos de los estados pioneros en la materia.
Aún cuando debo reconocer que la primera conformación del IMIPE, tuvo una aceptable actuación, su integración fue sin lugar a dudas una decisión en la que se privilegió, como siempre, el reparto de cuotas. En ese momento los partidos más influyentes PAN, PRI y PRD se repartieron, cada uno a los tres consejeros que se designaron y se logró una “representación plural”... de los partidos.
Jorge López Coutigno, un comunicador con un amplio reconocimiento entre sus pares, que contaba con el perfil y con las credenciales académicas sobradas, quedó fuera de la elección, porque no era parte de la casta dorada de la política dominante en ese momento en Morelos.
Indudablemente los partidos políticos representados en el Congreso eligieron a uno de los suyos, no iban a arriesgarse, además era una deuda entre ellos. Sin embargo, es de reconocer que aún sin contar con el perfil, los consejeros primigenios realizaron un trabajo aceptable y algunos de ellos, con el tiempo se convirtieron en expertos del tema.
Esa regla se siguió cumpliendo rigurosamente en las sucesivas designaciones que el Congreso del estado de Morelos realizó para integrar el Consejo del IMIPE, lo que fue debilitando su credibilidad institucional y su autonomía. A su vez los consejeros, ahora comisionados, también han demostrado históricamente que son agradecidos y a veces hasta obsequiosos.
Hoy el IMIPE, vive una crisis que pone en duda su viabilidad. Del total de comisionados, el órgano garante labora únicamente con una de ellas cuyo periodo concluirá en breve, y al parecer el Congreso del estado no tiene en su agenda para este periodo legislativo, que debió iniciar ayer, ninguna acción relativa al órgano garante. Y mientras tanto y con el pretexto de la pandemia, la opacidad campea en las instituciones públicas del estado que sin rubores incumplen con la legislación en la materia.
Pero ¿cómo llegó el IMIPE a vivir la debacle que hoy vive y que lo tiene a punto de desaparecer? ¿Dónde está el origen de su lamentable desmantelamiento?¿Quién defiende a este órgano pilar de la democracia? ¿Morirá de muerte natural? o ¿habrá quien acepte la autoría de tan lamentable pérdida?
Y lo más importante ¿realmente será una pérdida para la vida democrática del estado de Morelos la inexistencia de este órgano? y otra pregunta ¿desde cuando IMIPE abdicó de su obligación legal de ser órgano garante para convertirse en una pieza más de la “nomenclatura” burocrática del estado.
Estas preguntas deberían plantearsela no solo quienes son parte de ese organismo actualmente, sino también las instituciones que regulan la vida democrática en Morelos y que han hecho de la misma un botín para repartirse. Sin duda, aparte de la responsabilidad de quienes usaron a la institución como si fuera patrimonio personal, un factor fundamental para la casi extinción del organismo ha sido el método de selección de sus comisionados. Ahí está el meollo del problema… el diablo está en los detalles.
Los órganos del Estado, como siempre ocurre, son constituidos por personas que tienen una historia de vida, una trayectoria, una imagen pública y al no privilegiarse los perfiles sino las cercanías políticas o las prebendas económicas, el funcionario elegido está viciado de origen pues le es imposible desempeñarse con autonomía que es lo que ha pasado históricamente en el IMIPE.
Ante este panorama vale la pena preguntarnos ¿Estaremos asistiendo a un fin de ciclo o seremos testigos de una renovación auténtica en el IMIPE? ¿Será eso lo que sigue? Como en los años noventa del siglo pasado me encantaría ser testigo de lo segundo.