Observador político - Un nuevo comienzo para Morelos con Margarita González
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
La llegada de Margarita González Saravia como la primera mujer en gobernar Morelos representa un hecho histórico que despierta tanto esperanza como expectativas. Su administración promete ser un cambio de rumbo en un estado que ha sufrido los estragos de la corrupción, la inseguridad y la desatención por parte de gobiernos anteriores.
LA CRISIS Y CORRUPCIÓN EN MORELOS.- En el último sexenio, Morelos ha sido testigo de un deterioro económico y social alarmante; la opacidad y el desinterés de las autoridades han alimentado un clima de ingobernabilidad, donde las bandas delictivas han proliferado sin control. La confianza que hoy se deposita en González Saravia no es casual; se basa en la cercanía que tiene con la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y en la promesa de un liderazgo que priorizará la honestidad y el trabajo en favor del pueblo.
El acto de toma de protesta, programado para la madrugada de este 1 de octubre, anticipa una afluencia masiva de ciudadanos, una manifestación del deseo colectivo de un cambio, sin embargo, es imperativo que este entusiasmo se traduzca en acciones concretas. La población morelense ha sido víctima del saqueo sistemático y del nepotismo de quienes han gobernado antes; es hora de que se pongan fin a esas prácticas que han enriquecido a unos pocos a expensas de millones.
La sombra de exgobernadores como Cuauhtémoc Blanco. Graco Ramírez Garrido, Marco Adame Castillo y Sergio Estrada Cajigal y sus demás predecesores pesa sobre el estado. Sus administraciones han dejado una herencia de dolor y desconfianza por ello, Margarita González Saravia enfrenta el reto monumental de restaurar la fe en las instituciones y ofrecer un futuro prometedor a una sociedad que ha sido marginada.
La lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de la economía local son imperativos ineludibles.
La promesa de un nuevo enfoque en la gobernanza ofrece una luz de esperanza. Los morelenses anhelan un gobierno que no solo escuche sus necesidades, sino que actúe decididamente para revertir los daños causados. La oportunidad de transformar Morelos está en sus manos, y el tiempo para actuar es ahora. La esperanza no es suficiente; se requiere un compromiso real y tangible para que esta nueva administración cumpla con las expectativas que ha generado.
Margarita González Saravia tiene la oportunidad de marcar un antes y un después en la historia de Morelos. La gente ha hablado en las urnas, y es la hor
social del estado. La ciudadanía exige un cambio profundo, y en este contexto, la gobernadora debe implementar políticas claras y efectivas que enfrenten la corrupción y el crimen organizado, al mismo tiempo que promuevan el desarrollo sostenible.
OPORTUNIDAD HISTÓRICA.- Las mujeres al poder. Uno de los mayores desafíos será la reactivación económica. Morelos, con su rica biodiversidad y su potencial turístico, debe ser un faro de oportunidades. Es fundamental atraer inversiones que beneficien a la comunidad y generen empleos, sin olvidar que estas deben ser sostenibles y responsables. La participación activa de la sociedad civil y los pequeños emprendedores será clave para construir un tejido económico más robusto.
Asimismo, el fortalecimiento de la seguridad pública es prioritario. Es indispensable establecer estrategias integrales que no solo se enfoquen en la represión del crimen, sino también en la prevención, educación y reinserción social. La colaboración con el gobierno federal y la promoción de políticas inclusivas son esenciales para erradicar el miedo y la impunidad que han caracterizado a los últimos años en el estado.
González Saravia también debe prestar especial atención a los sectores más vulnerables, quienes han sido olvidados y que padecen las consecuencias de un sistema que prioriza el beneficio de unos pocos. La justicia social y la equidad son pilares que deben guiar su administración, garantizando que todos los morelenses tengan acceso a servicios básicos, educación de calidad y oportunidades de desarrollo.
La llegada de una mujer al poder es también un símbolo de cambio cultural en un estado que necesita romper con viejas prácticas patriarcales. Es fundamental que su administración impulse la igualdad de género, asegurando que las voces de las mujeres sean escuchadas y que su participación en todos los ámbitos sea promovida.
En conclusión, Margarita González Saravia tiene ante sí la oportunidad histórica de transformar Morelos. La esperanza depositada en su gobierno debe ser acompañada de acciones concretas y decisivas. La lucha contra la corrupción, la mejora de la seguridad y el impulso al desarrollo económico son responsabilidades que no puede eludir. La sociedad morelense espera, con justa razón, que este nuevo capítulo se convierta en un relato de superación, justicia y progreso. El momento es ahora; la confianza está en sus manos.
¿HABRÁ PARÁLISIS LEGISLATIVA? La reciente aprobación unánime de la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública en el Congreso del Estado de Morelos, aunque se presenta como un avance administrativo, no oculta la inminente parálisis que amenaza a la Legislatura 56. Con la división entre los bloques del G-12 y el G-8, queda claro que el camino hacia las reformas constitucionales y la aprobación del presupuesto se tornará escabroso.
A pesar de que Morena ha logrado capturar el 50% de las curules, este logro es un espejismo si no logra obtener los 14 votos necesarios para impulsar sus proyectos. La historia reciente nos muestra que la gestión del exfutbolista Cuauhtémoc Blanco estuvo marcada por la inacción y la ineficiencia, y parece que la nueva administración podría seguir el mismo derrotero, sino logra destrabar el trabuco existente en el Congreso del Estado.
La importancia de alcanzar consensos es innegable, pero estos deben hacerse respetando la voluntad popular. La frustración de la ciudadanía no debe ser un mero eco en el recinto legislativo; por lo que las reformas propuestas, aunque valiosas en su contenido, no son suficientes si el marco en el que operan carece de efectividad y proactividad.
Además, el hecho de que la nueva ley no implique un impacto presupuestal revela un enfoque reactivo más que proactivo en la gestión de los recursos.
Por ejemplo, la creación de la Coordinación General de Movilidad y Transporte podría ser un paso positivo, pero sin un compromiso real de inversión y desarrollo, sus efectos serán limitados.
El desafío está servido: construir un verdadero diálogo que no solo contemple el interés de los partidos, sino que también priorice las necesidades de la población. La Legislatura 56 tiene la oportunidad de marcar la diferencia, pero eso solo sucederá si se atreve a salir de la parálisis y a dejar atrás los juegos de poder que han dominado la política en Morelos.
La pregunta que queda en el aire es: ¿serán capaces nuestros representantes de trascender sus diferencias y actuar en beneficio del pueblo, o estamos condenados a vivir un ciclo más de estancamiento y desilusión? Solo el tiempo lo dirá, pero la ciudadanía está atenta y exige respuestas.
PROMESAS IMCUMPLIDAS.- La historia de Morelos está llena de promesas incumplidas y políticas que se quedan en el papel. La reciente aprobación de la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública es un buen intento de modernizar el marco legal, pero el verdadero reto radica en su implementación efectiva.
Es fundamental recordar que la efectividad de una ley no se mide solo por su existencia, sino por su capacidad para transformar realidades. Las reformas que abarcan temas tan cruciales como la seguridad pública, la igualdad de derechos y la participación ciudadana deben ir acompañadas de un compromiso real y un análisis profundo de las necesidades de la población. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un mero ejercicio retórico que no resuelve los problemas de fondo.
Además, el panorama se complica aún más con la posible repetición del paquete económico del 2024, que podría perpetuar la ineficiencia de la administración anterior. Esta continuidad no solo traería consigo la falta de innovación, sino que también podría desencadenar un descontento aún mayor entre los ciudadanos, quienes esperan soluciones a los desafíos que enfrentan día a día.
Los diputados de la Legislatura 56 deben entender que su papel trasciende el mero cumplimiento de su deber legislativo. Tienen la responsabilidad de ser la voz de sus electores y de forjar un camino que propicie el desarrollo y el bienestar en Morelos. Para ello, es crucial que se abran a la colaboración, a la escucha activa y, sobre todo, a la construcción de un futuro que priorice el interés colectivo sobre las ambiciones partidistas.
La invitación es clara: que esta Legislatura no se convierta en un mero reflejo de la anterior, sino que utilice el capital político y social que posee para generar cambios verdaderos. La ciudadanía está cansada de la parálisis y de los discursos vacíos. Necesitamos acciones concretas, resultados palpables y, sobre todo, un compromiso genuino con el bienestar del pueblo morelense. Solo así podremos empezar a vislumbrar un horizonte de esperanza y progreso en nuestro estado.
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