Juego de Manos - Hablemos de salud [mental]
En opinión de Diego Pacheco
¿Qué piensas al escuchar sobre cuidado de la salud? Probablemente, lo primero que te viene a la mente es una cita con una persona médica especializada en el cuidado del cuerpo. Dependiendo de cada persona, ciertas especialidades podrían considerarse un poco más comunes, como la odontología, la oftalmología o la oncología. No obstante, son pocas (por decir lo menos) las veces que nuestro pensamiento se va al área de la salud mental, dado que esta área, lamentablemente, ha sido estigmatizada y criticada en México y en el mundo.
Aprovechando que hace unos días conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental, debemos reconocer que en nuestro país existe un problema importante en esta materia; consecuencia, primero, del descuido histórico que se le ha dado y, segundo, de su agravio a partir de la pandemia en la que nos encontramos.
De acuerdo con el INEGI, la incidencia de suicidios ha ido en aumento continuo del 16% durante los último 10 años. Tan solo del 2018 al 2020, las cifras pasaron de los 6,710 suicidios a los 7,818; respectivamente. De igual manera, la Secretaría de Salud estima que 15 millones de personas padecen algún trastorno de salud mental en México.
Por otro lado, a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud señala que –a partir de la pandemia– problemáticas como la depresión y la ansiedad se han agudizado. Asimismo, señala que hoy la depresión se establece como la discapacidad más frecuente en el mundo.
Lo anterior da cuenta solo de las dificultades más visibles referentes a la mente. No obstante, esto sigue sin dimensionar los retos que existen a partir de los trastornos y el resto de las enfermedades mentales, cuyo diagnóstico oportuno es fundamental para el correcto desarrollo de las personas. La falta de atención al bienestar mental deriva en problemáticas que pueden escalar hasta convertirse en patologías sociales que ponen en riesgo el bienestar propio y de la comunidad.
Entonces, se deben establecer métodos que permitan reconocer y atender trastornos y padecimientos desde temprana edad, que den luz a aquellas personas rodeadas de invisibilidad. Hoy, son muy afortunadas las personas que contaron con un diagnóstico en su niñez, puesto que han tenido el apoyo y aprendizaje necesario para llevar a cabo una vida plena. Los amaneceres, lamentablemente, siguen siendo pocos.
Aunque pudiera parecer increíble, el cuidado de la salud mental es tan importante como el de la salud física. Debemos dejar atrás tabúes relacionados con su cuidado y atención. Es importante que, en caso de necesitarlo, tengamos las herramientas necesarias para pedir ayuda profesional. Además de tener claro que acudir con una persona especialista en el tema no debe entenderse únicamente como sinónimo de tragedia. Tan importante como una cita con una persona dentista o médica de manera regular, lo es el acudir con una persona profesional en temas de la psique.
Lamentablemente, en nuestro país (y en muchos otros) se desestima la importancia de prevenir y atender problemáticas de salud mental, puesto que siguen muy vigentes diversos prejuicios alrededor de su cuidado. Por ende, los medios públicos para su atención son escasos y, en ocasiones, muy deficientes. La atención oportuna de la salud mental sigue siendo una capacidad exclusiva de una clase privilegiada.
Entonces, ¿qué necesitamos? El proceso para resolver la problemática actual de salud mental que existe —en México y en el mundo— será a largo plazo, puesto que implica un cambio de paradigma. Se debe trabajar en eliminar estigmas y tabúes que rodean el cuidado de nuestra integridad mental, para permitirnos acceder a la ayuda precisa cuando sea necesario. Las campañas, los mensajes y las efemérides están bien, pero no alcanzan a dar con el fondo de la problemática, el financiamiento, la planeación y la capacitación dentro del sector salud encargado de esta área es fundamental.
Entonces, cuando pensemos en nuestra salud debemos tener presente nuestro bienestar físico y mental y entender que, ir a curarnos una muela es tan importante como acudir con una persona especialista cuando enfrentamos problemas de depresión, ansiedad y cualquier otra enfermedad o trastorno con epicentro en nuestra mente. A veces, los terremotos los sentimos en solitario, pero no tiene por qué ser así.
Por cierto:
Por su definición más aceptada, un coach es una persona que facilita el desarrollo de otras personas en diversos rubros de su vida. Hoy, comúnmente, podemos escuchar a quienes aseguran que con sus cursos podremos alcanzar las riquezas y los triunfos que siempre hemos anhelado.
La semana pasada, Carlos Muñoz —un influencer, empresario y coach enfocado en el emprendimiento—insultó a un mesero que servía en una de sus conferencias al señalar que, si este hubiera ahorrado tres meses de su sueldo, hubiera podido estar sentado como uno de los asistentes de su curso; sin embargo, aseguró, le faltó hambre.
A partir de las críticas, el influencer se justificó bajo el argumento de que así es su estilo particular de comunicar, que tiene como finalidad impactar e influenciar a las personas que lo escuchan. Como él, muchos otros personajes han aprovechado las redes sociales para promocionar su imagen y servicios, todos asegurando tener la fórmula mágica para resolver las problemáticas.
Así, los coaches financieros y quienes cuentan con la “mentalidad de tiburón” se han aprovechado del mito de la meritocracia para hacerse de fortunas; lamentablemente, las ganas y la actitud de sus clientesno serán suficientes para quienes compran las mentiras. Recordemos que el pobre no es pobre porque quiere, ni el rico es rico porque le echó más ganas que los demás. El desarrollo personal depende de muchas variables, sobre las cuales no siempre tenemos control.
El problema no está en el acto de motivar o capacitar a un grupo de personas —hay que tener presente que las actividades de esta naturaleza no son nuevas—, el problema está en quienes se aprovechan de los mitos del echeleganismo para hacer negocio y quienes venden frases recicladas disfrazadas de fórmulas milagrosas. El boom que vivimos ha permitido a diversos personajes, sin experiencia ni conocimientos, hacerse de fama por impartir cursos compuestos de humo.
Las personas no mejoran en el ahumador: