Impulsa estudiante de la UAEM la producción de hongos comestibles
A través de la evaluación y uso de diferentes sustratos, Reyna Isabel Cueva Clavijo, estudiante del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), impulsa la producción de hongos comestibles en el norte de Cuernavaca, particularmente de la orejita de cazahuate debido a la importancia económica, ecológica y nutricional que ofrece.
Cueva Clavijo, explicó que los hongos más cultivados a nivel mundial son los conocidos champiñones y las setas u orejitas de cazahuate, los cuales representan una alternativa para la variedad en la alimentación ya que se pueden producir a bajo costo, en periodos cortos de tiempo, en espacios reducidos y con los nutrientes suficientes.
“Con este proyecto estamos buscando producirlos como una alternativa económica, ya que son un alimento de buena calidad y a su vez, utilizar los desechos agrícolas de los alrededores, para ello fue necesario capacitar a la comunidad y probar diferentes sustratos para ver la eficiencia de cada uno de ellos”, expresó la estudiante.
Reyna Cueva detalló que el sustrato más utilizado es el de pasta de trigo, sin embargo, en su trabajo de investigación se utiliza rastrojo de sorgo y paja de avena, con el fin de bajar los costos, además de determinar el patrón de producción y realizar la capacitación constante a la comunidad.
La alumna de la FCB dijo que los hongos son también una fuente importante de recursos económicos para las familias, además representan una alternativa ecológica pues contribuyen a la degradación de 500 mil toneladas al año de residuos agrícolas, forestales y agroindustriales.
Cueva Clavijo, asesorada por la investigadora del CIB, María de Lourdes Acosta Urdapilleta, destacó que el trabajo se realiza en el Laboratorio de Micología del CIB, donde se desarrolla la activación de la cepa, la producción del inóculo, la pasteurización y siembra de los tres tratamientos, y otra parte en el Bosque de los Hongos Azules, ubicado al norte de Cuernavaca, donde se trasladaron los costales con el sustrato ya sembrados y se realizaron pláticas de capacitación con los pobladores para monitorear el crecimiento de las setas.