Escala de Grises - Ana María

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Ana María

El martes 12 de septiembre, Ana María Serrano Céspedes se encontraba en su domicilio, ubicado en Atizapán de Zaragoza. El reloj marcaba unos minutos antes de las 18:00 horas cuando al inmueble llegó Alán Gil Romero, expareja de la estudiante de medicina., con el pretexto de entregarle un regalo.

 

Alrededor de esa hora, Ximena Céspedes, la madre de la joven de 18 años, recibió un mensaje que la preocupó. Era Ana María diciéndole que se sentía muy sola y que no podía seguir así, palabras que encendieron todas las alertas en la familia Serrano Céspedes, quien solicitó ayuda a uno de sus vecinos.

 

De acuerdo con la información difundida por El País, cuando el amigo de la familia logró entrar al domicilio, su único hallazgo fue el cadáver de la adolescente. Tras llamar a los servicios de emergencia, las autoridades comenzaron a indagar en lo ocurrido bajo la hipótesis de un suicidio, dados los mensajes que había recibido Ximena Céspedes.

 

Sin embargo, después de analizar la escena del crimen y realizar los estudios pertinentes, la Fiscalía determinó que se trataba de un feminicidio, por lo que la policía detuvo al también adolescente de 18 años como presunto responsable de lo ocurrido. Y es que la autopsia reveló que la causa de muerte de la estudiante era asfixia.

 

Luego de que se diera a conocer dicha información, Gil Romero fue puesto en prisión preventiva; se cree que pretendió hacer pasar su crímen como un suicidio. Sin embargo, los testimonios de las personas cercanas a Ana María confirman antecedentes de violencia de género, así como una conducta agresiva hacia su pareja.

 

El feminicidio ha tenido un impacto a nivel nacional e internacional, dado el parentesco de Ana María con José Manuel Restrepo, exfuncionario del gobierno de Colombia. Ante la tragedia, la familia Serrano Céspedes espera que las autoridades cumplan con el trabajo que les corresponde, garanticen justicia en el caso y “que se cumpla el peso de la ley”.

 

Del mismo modo, buscan sensibilizar a las personas de que el feminismo y la violencia de género existen en cualquier parte del mundo para que, a su vez, se impulsen políticas públicas que prevengan crímenes similares. Sin embargo, a pesar de las once mujeres asesinadas todos los días en el país, parece que las autoridades no están lo suficientemente interesadas en que eso ocurra.

 

El mismo día en que Ana María fue asesinada, 10 mujeres más también fueron víctimas de feminicidio, de acuerdo con las estadísticas. El asesinato de una sola mujer debería ser lo suficientemente alarmante, pero en México no basta para que los tres niveles de gobierno o las instituciones se involucren en el tema.

 

Campañas mal estructuradas, protocolos sin perspectiva de género y medidas superficiales para atender la violencia son tan solo una parte del problema estructural que afecta la integridad de la mitad de la población. Independientemente del impacto a nivel latinoamericano que pueda tener el caso de Ana María, cada crímen en contra de las mujeres debería investigarse como corresponde.

 

¿Cuál es el compromiso que podría tenerse con las mujeres en un país tan violento? ¿Cuáles son las propuestas para resolver un problema sistemático que afecta la vida de niñas, adolescentes y mujeres a nivel nacional? ¿Cómo se atiende una epidemia que sigue invisibilizándose cada día? ¿De qué sirve tener a una mujer en la presidencia si todas las demás están en riesgo?

 

Hacer alarde de un país que utiliza discursos “feministas” para acercarse a la población mientras ignora las necesidades de las mujeres es, tal vez, la peor estrategia de campaña que podría aplicarse en este momento. Y sin embargo, esa es la tirada tanto del partido hegemónico como de la oposición.

 

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