Cuando sea demasiado tarde… - Movilidad a lo cuernavacense.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Buen día, apreciado lector. Se terminaron las vacaciones y afortunadamente parece que también el frío aquí en la ciudad de la eterna balacera, mi amada capital morelense. Para variar, la cosa en Cuernavaca está que se desmorona o se colapsa, ¿se acuerdan del puente que se cayó a principios de la actual administración? Pues fue una especie de señal de lo que vendría, pero no porque la cúpula no sea eficiente, es todo el aparato el que simplemente ya no va a poder seguir funcionando. Esta semana leí que las oficinas del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de la gloriosa ciudad de Cuernavaca, ¡se quedó sin agua! Hubo que mandar a traer una pipa. ¿Creen ustedes que la hayan tenido que pagar? ¿En cuánto anda una pipa de agua, hoy en día? La cosa simplemente se está saliendo de control, se escuchan sirenas de varias unidades que acuden a toda velocidad a recoger cadáveres y ni un solo bandido detenido. El helicóptero inteligente sobrevuela la ciudad casi todos los días y ni un puesto de tacos son capaces de encontrar. Los asaltos a mano armada a plena luz del día, el robo de automóvil con lujo de violencia, y la extorsión parecen ser los problemas más frecuentes, aunque la autoridad se enfoca en la salud mental de aquellos que consumimos bebidas alcohólicas.
La crítica al estado de la situación no es ociosa. La administración pública se ha reducido a poder pagar la nómina en la medida de lo posible, y muchos estuvimos circulando sin la tarjeta de circulación o sin licencia de conducir vigente porque ¡no había recursos en Movilidad! ¿Cómo lo solucionaron? Con una campaña de cero multas a la ciudadanía. Pues claro, ¿cómo lo van a multar a usted por no traer sus documentos en regla, cuando la autoridad no expide los documentos reglamentarios? Mejor hacemos de cuenta que es fiesta para todos y ¡se terminó el problema! Aunque tengo entendido que, para pagar el refrendo de este año, sólo están aceptando pagos en efectivo en las oficinas de movilidad. Ya ven ustedes que es cambio de sexenio y me imagino estarán muy preocupados de que no se les pierda el dinero recaudado. Esta ciudad se ha encontrado con un vacío en la aplicación de la ley en todos y cada uno de sus rubros (leí por ahí una crítica a los magistrados, que no tienen muy buen dominio de la ley, y que todas las multas de alcoholímetro del año pasado se tuvieron que reembolsar), y sólo le tomó alrededor de diez o quince años a los maleantes darse cuenta del nivel de impunidad imperante en esta ciudad, si no es que en todo el país.
Ten cuidado Gabriel, no andes dando ideas. Si los maleantes fueran dados a leer las noticias con tanto fervor como para encontrarse con mi columna, muy probablemente no serían maleantes y el estado actual de las circunstancias tendría otras características. Esta es la situación en la que la ciudadanía debe de enfrentar a la ciudad todos los días, con rutas y taxis que ya no quieren ir a la Hermana República de Temixco por las tarifas arancelarias que se imponen por aquellos lares. Ya no se puede salir a caminar a la calle porque por salir a pasear al perro puede usted regresar con menos pertenencias y más contenido de plomo en la sangre (y en el cuerpo).
¿Ha notado usted cambios en el comportamiento vial de sus conciudadanos? Sostengo la hipótesis de los cambios afectivos en los conductores son derivados de las declaraciones del presidente o de los cambios en la economía: cuando más enardecido se pone el pelmazo en turno, o más caro se pone el jitomate, más agresiva se pone la gente. No es exclusivo, y tal vez sea un prejuicio mío, pero los dos sectores más preocupantes son los taxistas y las motocicletas. Creo que el transporte público colectivo ha tenido que estar al pendiente de la extorsión al grado de tener que moderarse mucho más en su comportamiento, ya no he visto notas de accidentes o laminazos impartidos por las afamadas “rush.” Sin embargo, los taxistas andan como bólidos en Tsurus de hace veinte años amedrentando conductores a izquierda y derecha porque ¿quién querría tener un percance con un taxista? Son muchas las historias que versan sobre el comportamiento de tales individuos, donde uno perderá cuando menos una o dos horas de su tiempo en lo que se apersonan los agentes de seguro (porque los policías no vendrán en su auxilio, y dudo mucho que el transporte público individual cuente en su mayoría con seguros de daños a terceros vigente) y con un poco de suerte será todo lo que perderá.
Por lo que seguimos con la misma línea: cuídese a usted mismo, y cuide a los suyos. La policía no vendrá en su auxilio, las autoridades no lo van a proteger, y un laminazo sobre una avenida principal tiene el potencial de convertirse en una gran tragedia. ¿Un conductor siente la necesidad de obtener el paso frente de usted por la fuerza? Pásale. ¿No le cedieron el paso en una intersección? Espere usted diez segundos, el paso vendrá por sí solo. Los únicos que romperemos el ciclo de la violencia somos nosotros, los que tenemos la voluntad de dejar de pelear por cosas que no tienen importancia. Todo en Cuernavaca está a 30 minutos (cuando mucho). ¿Qué tan difícil tiene que ser salir diez minutos antes?
Porque la movilidad no ha muerto, pero afortunado es aquel que llega a casa al final del día con el mismo nivel de bienestar con el que salió por la mañana.