Cuando sea demasiado tarde… - México se derrumba…

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - México se derrumba…

 

           Pues bien, henos otra vez aquí, apreciado lector. He recibido comentarios favorables al respecto de mi apreciación de la debacle que la gloriosa República Mexicana está sufriendo. Debo de admitir que el país ya se venía derrumbando desde antes de la llegada del mesías López, pero también es verdad que el señor está haciendo todo lo posible por desmantelar la estructura organizacional del país. Todavía no me queda claro si de verdad tiene la intención de mejorar la situación de la población mexicana y su incapacidad para ello ha llegado mucho más lejos que sus aspiraciones (y mire usted que son amplias ambas dos), o es realidad que es un agente ruso o gringo que busca alinear los intereses mexicanos con los verdaderos intereses de países con mayor poder político. ¿A qué me refiero? Vamos allá.

            Primero que nada, considero importante el análisis de la retórica presidencial, tal parecería que se juega a un mundo de al revés, en el que la realidad de las circunstancias es exactamente lo inverso a lo que se escupe en las mañaneras. Las últimas semanas se ha recrudecido la violencia en varios de los estados de la República, principalmente del norte. Mi apreciación del asunto es que los cárteles están tratando de redibujar las líneas de sus territorios antes de que inicie el año electoral con el fin de incidir en ellas. Sin embargo, el pelmazo en turno sostiene que tales acciones se deben a que sus adversarios políticos le quieren hacer mala fama a su desproyecto de nación. Mi interpretación de tal combinación de hechos es que el desgobierno desorganizado está directamente tratando de redibujar las líneas de control de los estados del norte con la venia del presidente López con el fin de incidir en la carrera electoral del 2024, y esa es la razón por la que dicen que “por supuesto que no”.

            Esto me lleva a un detalle con tintes conspiranóicos. Tal como yo veo las cosas, la contienda electoral para tal fecha por la silla grande se va a debatir en las primarias de Mugrena, entre Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Por supuesto que Ricardo Monreal no va a llegar y sigo insistiendo en que la verdadera lucha está entre Cuauhtémoc Blanco (ya ven que le andan gritando presidente en las firmas de autógrafos) y el duque de Acapulco, Eugenio Derbez (que si me preguntan a mí es mucho más difícil hacer reír a la gente que hacerlas llorar, y mire usted que ya lloramos mucho en este país), pero la oposición está pensando entre “Chicken Little” Ricardo Anaya, Santiago Creel (que mire usted que está de moda volver a hacer telenovelas ya hechas previamente con el fin de economizar en escritores y derechos, pero no riegue usted el mole sobre el mantel), y ¡Lily Téllez! ¿Es verdad que no hay ningún candidato que no le haya entrado a la rapiña de las huestes de Morena como para lanzar a alguien con más solidez política y personal por parte de la oposición? En algún momento un lector de amplia inclinación lopezobradorista me espetó que mi candidato ¡era mi tocayo Gabriel Quadri! Cosa que, por supuesto que no es cierta. Yo no tengo candidato porque no hay ninguno (o ninguna, este país está listo para una mujer presidente) que tenga la envergadura del presidencialismo de antaño. Entiendo que lo neoliberal y conservador y lo que sea que les eleve la temperatura del sur, pero no tenemos (ni tendremos) una figura como el primer ministro de Canadá (que hasta milady Emma Watson se lo comía con los ojos) o la primer ministro de Nueva Zelanda, increíblemente alabada hasta por personajes como Stephen Colbert. No hay una figura que consiga sumar los esfuerzos de la mayoría de los actores políticos (porque tenemos uno que obtuvo la mayoría popular y le ruego me indique usted si es usted menos pobre), porque también los intereses políticos de la gran mayoría de actores se basan principalmente en cuánto dinero va a caer en sus bolsillos.

            Además, y en paralelo, por ahí suena que van a modificar la pertinencia de las matemáticas en los planes de estudios de educación básica y no tan básica, de tal manera que los miedos al respecto de tales menesteres que los estudiantes tienen, serán mitigados por las pasiones de los personajes históricos y ficticios de la educación pública. Esto va a significar el final de cualquier esperanza que tenga la población de este país a mediano plazo. Hoy en día vivimos las consecuencias de las acciones del (creo que fue) gobierno de Ernesto Zedillo, en el cual se empezaron a eliminar asignaturas como Filosofía y Civismo. Pues si es cierto que este año van a transversalizar el eje de las matemáticas, tenga usted por seguro que para 2040 tendremos un nivel educativo de 70% de la población con primaria terminada; y digo terminada porque ya ve usted que no se les puede reprobar a los niños para inflar la estadística de años de escolaridad. Vamos a pasar de una nación de obreros a una población de comercio informal, vendedores de curiosidades chinas, y principalmente individuos que aspiren a dominar la técnica (en el mejor de los mejores casos).

            Así que como siempre, apreciado lector, si no tiene a qué salir, le ruego que usted y los suyos no salgan. Hace un par de días asesinaron a un empresario en Cuautla (que venía escoltado por policías estatales, cosa de la que no estoy seguro y como siempre puedo estar equivocado, pero su servidor no tiene escolta de policías estatales y ya más de una amenaza me he llevado), los dos muertos de cada día en diferentes presentaciones de porcionalización y embolzisamiento, la violencia de género que no hay cómo hacer frente al machismo en este país, y la recesión económica que ya vivimos y sólo falta que nuestras autoridades dejen de jugar a manipular los medios.

Por lo pronto prepárese porque la guerra contra el INE sigue con toda fuerza, que no se sorprenda usted que no contemos con aparato electoral para las siguientes elecciones, porque la democracia no ha muerto, pero sólo es así porque no conocemos una mejor manera de organizarnos. Tal vez la dictadura militar y la carencia de las matemáticas sean lo que nos hace falta para apreciar la libertad.