Campañas, mucho marketing y poca política.
En opinión de Aura Hernández
“Si votar sirviera para algo, ya estaría prohibido”.
Eduardo Galeano.
En uno de sus libros clásicos para los estudiantes de periodismo en los años ochenta, Don Manuel Buendía, dejaba muy claro a sus alumnos cuál era la diferencia entre mercadotecnia y propaganda política.
En El ejercicio periodístico, Buendía, sostenía que los políticos no podían venderse a sus votantes como se vende un detergente o un perfume, si no por el contrario, deberían usar las herramientas de la propaganda, sustentada en la divulgación de las ideas y en la persuasión.
En términos tecnológicos, hace ya años luz que Buendía escribió su célebre libro para los estudiantes de periodismo, pero aún así, la esencia de lo que dejó escrito en él está más que vigente. Pues la materia prima del marketing político y electoral sigue siendo el debate de las ideas y la persuasión de las personas.
En los últimos años, la aparición de las redes sociales como Twwitter, Facebook e Instagram han modificado en el mundo entero la forma de hacer propaganda y marketing político y particularmente la forma en que se diseñan las campañas políticas, en cuanto a las formas.
Si esto era novedoso hace seis y tres años, actualmente con la pandemia de Covid 19 azotando al mundo, eso ya es prehistoria. La pandemia ha cambiado en muchos aspectos al mundo en su conjunto y a la política entre estos. Lo que poco ha cambiado es la ética del marketing político.
Frente a la pandemia y con las ventajas de la era digital, era de esperarse la transformación radical de la comunicación política en tiempos de elecciones: Sin embargo los partidos y sus candidatos mostraron en ese sentido su vena conservadora y optaron por hacer las campañas a la antigua con los consecuentes riesgos de incidir en el incremento de casos de Covid 19.
En Morelos, aun cuando todos los partidos políticos y candidatos tienen presencia en los medios de comunicación tradicionales, en las redes sociales y en la web en general, la gran mayoría ha recurrido a las reuniones masivas de personas, al acarreo de posibles votantes y a las dádivas en especie: gorras, playeras y souvenirs diversos.
Desoyendo los protocolos emitidos por las autoridades sanitarias y electorales, los partidos prefieren hacer sus campañas políticas “cara a cara”. Hay quienes van tocando puertas, pero hay también a quien le gusta que reunir, como si no hubiera pandemia, a sus posibles votantes en una explanada e incluso en lugares cerrados, sobrepasando los cupos señalados por los protocolos de la autoridad electoral y poniendo en riesgo su salud ellos mismos. También están los que, de manera abusiva, están lucrando con las vacunas.
La responsabilidad de los partidos y sus candidatos ante la posibilidad de una nueva ola de Covid 19, debería ser algo que nos preocupe, pues es potencialmente posible que esto ocurra si quienes dirigen las campañas no hacen uso de su creatividad para explotar las herramientas que nos dan las redes sociales y el mundo digital.
De lo que estamos casi ayunos es de las ideas, de planes programáticos, de propuestas concretas, de plataformas políticas sobre todo de los nuevos partidos. Y ante una una oferta electoral tan profusa en Morelos, desconocemos, algo tan elemental como lo son las trayectorias y curriculums de las candidatas y candidatos por los que tendremos que votar en poco más de un mes.
Nuestra forma de comunicarnos ha cambiado sustancialmente, no sé si para bien o para mal, y cada vez con mayor frecuencia el debate político se da en redes sociales, y desafortunadamente el discurso de odio también, pero las posibilidades frente a la pandemia son inmensas.
Más política y menos marketing.