Serpientes y escaleras - Quejas y pretextos

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Quejas y pretextos

Con todas sus letras: sí ya sabían qué iba a ser difícil para qué se meten.

 

Quejas y pretextos

La queja es recurrente y se repite en todos lados, en los tres niveles de gobierno y sin importar el partido que gobierna: nos dejaron un tiradero, está todo mal, no hay dinero, son muchos problemas, los recursos no alcanzan… Las excusas son interminables, pero todas versan sobre los mismos tópicos: conflictos sociales, problemas económicos, inseguridad, violencia, corrupción… Todos tienen un motivo para quejarse y un pretexto para justificar la falta de resultados; todos se la pasan echando la culpa a los de atrás y nadie acepta que el problema ya es presente. La reflexión es básica ¿Acaso no sabían en lo que se estaban metiendo?

Piensa, lectora lector querido: ¿Cuántas veces en los últimos tiempos has escuchado a una autoridad quejarse de la herencia que recibió en la administración, de todo lo malo que le dejaron y los tantos y tantos problemas que se acumularon en la mesa del gobierno sin que nadie hiciera nada.

Ahora has memoria de todo lo que te dijeron en campaña, de las muchas ocasiones en las que los candidatos (casi todos) hablaban de las terribles cosas que estaban sucediendo en el gobierno saliente, de la gravísima situación que enfrentaba el país (el estado, el municipio) y las innumerables razones que existían para que la gente votara diferente. Por supuesto el mensaje de campaña era uno: las cosas están muy mal y por eso hay que votar diferente para que el escenario no se pongan peor, porque nosotros lo haremos bien.

¿Entonces?

¿No acaso todos nuestros héroes de campaña tenían clara la situación, conocían los problemas de cada administración y decían que eran capaces de resolverlos? ¿No fue esa la principal razón que nos dieron para elegir un gobierno diferente que no solo acabaría con la corrupción, sino que además perseguiría a los pillos, los encarcelaría, sería eficiente, mesurado y capaz de revertir los daños causados por la mafia del poder? ¿Recuerdan que alguno de los entonces candidatos (hoy gobernantes) dijera en campaña que si ganaba la elección no podría cambiar las cosas porque le iban a dejar un cochinero?

El discurso de la excusa ya se agotó en todos lados y en los tres niveles de gobierno; en el caso federal resulta aburrido ver cada mañana al presidente de México Andrés Manuel López Obrador dando pretextos para todos los problemas y observar que cuando se queda sin argumentos para debatir, simplemente recurre a su grotesca salida de “soy dueño de mi silencio” o “Yo tengo otros datos”.

Obviamente tenemos  un presidente  que tiene su propia agenda y sus prioridades, sus propias estadísticas, sus propias fuentes de información y su propia realidad; es un hombre que acomoda su mensaje al momento y a la circunstancia que se le presentan y que tiene la capacidad de ubicarse por encima de personas o instituciones, no importa si se trata de un periodista que le demuestra que sus datos son incorrectos, alguno de sus secretarios que informa algo que contraviene lo que él ha dicho o hasta una institución internacional que se atreve a proporcionar números distintos a los que él presume cada día en sus conferencias mañaneras. Andrés Manuel López Obrador es un hombre de buenas intenciones, pero con muy mal equipo de gobierno y un terrible egocentrismo.

Estamos en un momento en donde la libre expresión se aplaude, siempre y cuando no sea distinta al pensamiento oficial (en los tres niveles de gobierno), donde cualquiera que critique al gobernante es de la mafia del poder, cualquiera que contradiga su versión o sus cifras está equivocado y todo aquel que ose dudar de un boletín oficial es fifí. Estamos en el México de la 4T, una versión renovada, pero muy parecida, al presidencialismo de hace 50 años, donde el jefe siempre tenía razón y los cocodrilos volaban bajito.

Pero volvamos a las excusas.

Poner excusas en el gobierno se ha convertido en una manera sencilla de eludir la responsabilidad pública y ocultar la incapacidad oficial. Una y otra vez vemos y escuchamos a gobernantes que no reconocen sus errores, pero se la pasan diciendo que heredaron un problema muy serio, administraciones quebradas, gobiernos comprometidos con la delincuencia y problemas de todo tipo.

¿Acaso no sabían que las cosas estaban mal? ¿Acaso no se la pasaron señalando los problemas que había? ¿No fueron ellos quienes dijeron que si los elegíamos, harían las cosas bien y la situación mejoraría para todos? Si ya sabían que la  situación estaba tan difícil ¿Para que buscaron un cargo?

Personalmente no recuerdo a un candidato que en campaña dijera que si lo elegían no iba a poder hacer nada porque le iban a dejar un cochinero, que aceptara que cuando gobernara de todos modos la situación iba a seguir mal porque “no tenía una varita mágica” o que de manera muy sincera dijera que como le iban a dejar muy poco dinero, de plano se la iba a pasar tres años navegando sin hacer absolutamente nada, nomás haciéndose pendejo. ¿Alguno de ustedes recuerda un discurso así?

Precisamente por eso no es válido que ahora los gobernantes se la pasen justificando su falta de resultados, echando la culpa al pasado, insistiendo que todos los problemas de antes, de ahora y del mañana son y serán por culpa de la mafia del poder y que nos digan que ellos representan un cambio, aunque se trate de un cambio para que todo siga igual.

Personalmente creo que el discurso de la excusa ya se agotó, creo que cada vez que un político dice que no puede hacer nada porque todo es culpa del pasado y no le hace nada a los ladrones porque alguien los protege, lo que en realidad está diciendo es que el pueblo es imbécil y que los ciudadanos somos incapaces de darnos cuenta que en realidad muchos de los problemas que ahora vemos son resultado de las ineficiencias de las administraciones actuales.

Algo tienen los políticos a favor: el pueblo no es sabio, por el contrario, cuando el pueblo vota en masa se apendeja y elige a lo baboso.

Por ese motivo estamos como estamos: porque elegimos a quienes elegimos y no sabemos darnos cuenta que al final somos como somos.

Comienzo a aceptar un dicho infame: el pueblo tiene al gobierno que se merece.

Porque todavía hay mucho pueblo que trata de justificar los errores del gobierno.

  • posdata

Ya llegó la Guardia Nacional a Morelos, ya comenzaron los recorridos de los elementos y ya se puede ver en las calles el patrullaje de la nueva policía militar.

Lo que no ha quedado claro, según lo comentan alcaldes y funcionarios, es la estrategia que seguirá esta nueva policía conformada principalmente por militares. Es decir: la Guardia Nacional ya llegó, ya se entrevistó con las autoridades y ya realiza patrullajes, pero no tiene una estrategia definida más que coordinarse con las fuerzas locales y acompañar y coadyuvar a la estrategia estatal.

La sola  presencia de la Guardia Nacional mete presión a los grupos delictivos locales, ayuda a mejorar la percepción de seguridad y seguramente (esperemos) disminuirá de manera sustancial la violencia.

Lo cierto es que por lo pronto no hay un plan concreto, ni una estrategia definida para Morelos, como no la hay para el resto del país. La Guardia Nacional ya existe, pero aún no tiene totalmente definidas sus reglas, atribuciones ni alcances; lo urgente era presentarla y en el camino se irá armando. Así lo mandató nuestro admirado Andrés Manuel López Obrador.

Alguien dirá que es un plan hecho a lo pendejo.

Afortunadamente nuestro presidente tiene otros datos.

  • nota

El ejecutivo estatal regresó al congreso las observaciones al acuerdo parlamentario para reducir el tiempo de permanencia de los magistrados del poder judicial de 20 a 14 años. Al hacerlo no se ayuda a la magistrada Carmen Verónica Cuevas, quien el día de ayer cumplía 14 años y debía dejar el cargo, más bien se anticipa al amparo que solicitaría la presidenta y que seguramente procedería, porque para no variar, los diputados actuaron mal, equivocaron el proceso, violaron la ley y al hacerlo dieron elementos a los magistrados para recurrir a un tribunal y ganar.

El Consejero Jurídico del gobierno estatal ya les dio el remedio y el trapito, les dijo que las cosas estaban mal, porqué estaban mal y cómo debían corregirlo. Si no lo hacen es porque no quieren.

Samuel Sotelo es un buen abogado. Debían hacerle más caso y tomarlo más en cuenta en otros asuntos, como los expedientes del área anti corrupción.

  • post it

Jueves de caos vehicular: elementos de la Policía Federal bloquearon de manera intermitente ambos sentidos de la autopista México Cuernavaca a la altura de la caseta de Tlalpan, generando un enorme caos vial. En el centro histórico de Cuernavaca también hubo cierre de calles, aquí fueron miembros de Antorcha Campesina quienes por un buen rato suspendieron el tránsito en una parte de la capital.

Los bloqueos se han convertido en una manera común de manifestarse, representan la opción más recurrida de la gente ante la desatención de las autoridades.

En el caso de los antorchistas la problemática es local y de alcances limitados, porque al grupo se le tiene bien identificado y sus formas son por todos conocidas. Lo de la Policía Federal es diferente, ahí la crisis puede crecer rápidamente y entorpecer la marcha de la Guardia Nacional.

Personalmente no tengo los datos que tiene el presidente para afirmar que detrás de esta inconformidad hay “mano negra”, entendida ésta como la Mafia del Poder. Lo que si percibo es que el gobierno federal debió atender estos asuntos antes de que explotaran y bajo una óptica distinta a la que estamos viendo.

La policía también es pueblo y su trabajo es para ayudar al pueblo. Tratar de poner a la gente en contra de la policía es un error estratégico que nos puede salir muy caro a todos y a los únicos que beneficia es a los delincuentes.

Nuestro gran Tlatoani le debe bajar un par de rayitas a su arrogancia. Al menos en este tema.

  • redes sociales

Cuentan que en el último tercio del gobierno de Graco Ramírez, a través de la priísta Maricela Velázquez, el entonces vocero de la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos concertó una reunión con el jefe de información del periódico El Financiero; el objetivo era presentarle pruebas de las tropelías que cometía el gobernador de Morelos, documentos que comprobaban los negocios ilícitos y papeles oficiales que pudiera utilizar el rotativo para exhibir las pillerías de quien en ese momento soñaba con ser candidato a la presidencia de la república.

Gerardo Becerra llegó a la reunión acompañado de los de siempre y con varios papeles en un folder; la charla comenzó y el periodista se mostró interesado en las historias que contaba el activista. ¡Obvio! Graco Ramírez era un actor político nacional, estaba en la palestra y el estado se encontraba sumido en una crisis de violencia, inseguridad y corrupción.

La sonrisa del periodista se borró cuando el ahora consejero anticorrupción abrió el folder y mostró los documentos: eran en su mayoría copias de recortes de periódicos y publicaciones en redes sociales.

La plática siguió, pero muy poco de lo ahí contado se publicó, porque aunque parecía ser cierto, no había elementos para comprobarlo.

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