Serpientes y escaleras - El alcalde y el gobernador

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El alcalde y el gobernador

Historia vieja: entre el gobernador y el edil siempre hay pugnas. Hoy no es diferente.

 

El alcalde y el gobernador

De forma recurrente el presidente municipal de Cuernavaca se ha metido en camisa de once varas, casi siempre por sus ocurrencias, por sus expresiones o por la forma como se comporta como autoridad. Si quiere trascender en política el alcalde capitalino debe cambiar de estrategia y de actitud.

Antonio Villalobos, dicen quienes lo conocen, no es un mal tipo, por el contrario, aseguran que se trata de un hombre que a pesar de su casi nula experiencia en administración pública y su limitada preparación profesional, pone entusiasmo en un trabajo que le exige mucho más de lo nunca antes había hecho.

La historia de los ediles capitalinos de Morelos se repite trienio tras trienio desde hace casi dos décadas: el gobernador y el presidente municipal de Cuernavaca no tienen buena relación, no saben trabajar juntos y casi siempre anteponen las diferencias personales al bienestar colectivo.

Así ha pasado varias veces y en todos los casos el resultado ha sido negativo para todos; nunca nadie ha ganado, aunque sin duda hay alguien que pierde más; se trata de un planteamiento de perder-perder en donde los más afectados siempre son los ciudadanos.

Las pugnas entre autoridades han tenido momentos malos y peores: ahí está la mediocridad de Jorge Morales Barud y la persecución infame de Graco Ramírez; en todos los casos, con Estrada, con Adame y con Graco, la relación entre el jefe del ejecutivo estatal y el titular del gobierno de Cuernavaca ha sido ríspida.

Así llegamos al momento actual donde la historia se repite y nuevamente vemos una guerra de guerrillas en donde todos pegan y ninguno es capaz de poner algo de su parte para que la situación mejore. De un lado y de otro lanzan golpes, ambos mandatarios están subidos en su trono y ninguno acepta que este pleito no sólo es perjudicial para los ciudadanos, también los hace ver muy mal como autoridades.

Hagamos memoria de lo que vivió la capital de Morelos los últimos años cuando un gobernante autoritario y represor como Graco Ramírez intentó someter al presidente municipal; primero hubo un intento de acuerdo auspiciado por quienes en ese momento fungían como operadores de uno y otro lado, después vino la oferta de negocios para tratar de alinear al futbolista en el equipo del PRD y finalmente, ante la negativa de Cuauhtémoc Blanco, llegó el ataque abierto, las amenazas y los intentos de destitución con el apoyo de los diputados.

El ex seleccionado nacional no sólo aguantó la presión del gobernador y las embestidas de los otros dos poderes del estado, su respuesta fue magistral porque cada ataque tuvo una respuesta y cada intento de destitución fue anulado gracias al trabajo jurídico de su abogado, hoy secretario de gobierno en el estado.

Cuauhtémoc Blanco fue como su segundo apellido y no se amilanó ante la fuerza del estado, ni se dobló ante las amenazas personales del hijastro del gobernador; los perredistas entraron con los tachones por delante, metieron duro la pierna y no sólo intentaron detener políticamente al ex seleccionado nacional, buscaron distintos caminos para fincarle alguna responsabilidad penal y hasta inventaron historias para tratar de relacionarlo con la delincuencia organizada. El americanista aguantó hasta el final.

En este pleito no hubo ganadores, aunque sin duda hubo alguien que perdió mucho más; Blanco Bravo puede celebrar que sobrevivió políticamente y desterró a Graco y a los suyos, pero el costo de haber enfrentado así al poder del estado también lo dañó y esas lesiones comienzan a surgir hoy en su gobierno.

Pero los grandes perdedores de esta historia fueron los ciudadanos de la capital, porque como resultado de esta lucha la ciudad se hundió, la calidad de vida bajó, miles de fuentes de empleo se perdieron y la violencia se apoderó del municipio. ¿Alguien podría afirmar que este pleito nos dejó algo bueno?

Cuauhtémoc Blanco vivió en carne propia la embestida de un gobernador y como autoridad sabe que esta lucha no le permitió atender los grandes problemas de los ciudadanos; una y otra vez como presidente municipal dijo que Graco Ramírez no lo dejaba trabajar, que el gobierno estatal le quitaba dinero, que los perredistas le generaban problemas sociales y que la familia y los amigos del gobernador lo amenazaban. Con estos (y otros) argumentos el ex capitán americanista justificó la falta de resultados de su gobierno; hoy está del otro lado.

En política hay historias que se repiten y políticos incapaces de aprender en cabeza ajena; lo que sucedió entre Cuauhtémoc Blanco y Graco Ramírez es exactamente lo mismo que ocurre ahora entre él y Antonio Villalobos; en uno y otro gabinete aparecen figuras pendencieras, corrientes en su actuar y vulgares en sus expresiones que avivan el encono y ridiculizan la actuación de la autoridad. Este pleito sigue vivo porque hay figuras que apuestan por el caos y aceleran a ambos personajes.

Antonio Villalobos es un aprendiz de político que (quiero creerlo así) intenta hacer bien las cosas, pero carece de un buen equipo de trabajo y tiene la asesoría de personajes de muy mala reputación, sumamente cuestionados y profundamente limitados en lo político y lo profesional.

El Lobito no ha podido despegar como autoridad porque en lugar de evitar el pleito con el ejecutivo lo busca y lo aviva, porque en vez de dedicar su tiempo a trabajar por la ciudad y revertir los problemas añejos, mantiene una agenda política de campaña que no sirve para nada. Peor: el presidente municipal ha comprado la idea de que va bien, de que es un político carismático y de que tiene una simpatía popular que le blinda de todos los ataques. Falso. El más lastimado en esta pelea política es sin duda el alcalde de Cuernavaca.

Al edil le urge hacer un alto en el camino y replantear las cosas; van más de ocho meses desde que inició su gestión y en todo ese tiempo no ha hecho nada más que pasearse en su oficina móvil sin resolver nada. Es cierto que en estos recorridos y encuentros escucha y platica a mucha gente, pero todo queda ahí porque la mayoría de las peticiones no tienen respuesta debido a que su administración no tiene la capacidad de responder a tantas y tantas demandas.

Hoy el gobierno de Cuernavaca enfrenta un problema económico muy serio, resultado de la mala planeación financiera. Es cierto que las finanzas municipales quedaron muy dañadas tras el paso del huracán Manuel y las cosas se pusieron peor con los ciclones Morales y Cuau; pero el problema económico no es sólo por eso: la crisis de su gobierno se ha dado también porque los recursos se han manejado mal, porque la administración es un desorden y porque gastan más de lo que tienen.

Villalobos Adán debe ser el más interesado en bajarse del pleito con el gobernador a pesar de que sigan los ataques en su contra. El munícipe debería concentrarse en atender los problemas naturales de una ciudad muy lastimada, agobiada por la inseguridad y deteriorada por los malos servicios.

Lo ideal sería que el presidente municipal y el gobernador pudieran trabajar juntos y acordaran cosas en beneficio de los ciudadanos, pero si eso no se puede (por la razón que sea) el alcalde debería tener la madurez y la serenidad para salirse del conflicto, dejar de responder los ataques y mostrar que su llegada a la alcaldía no fue solo un error de la democracia.

No se trata de tomar partido en el pleito que sostiene el gobernador y el alcalde, sino de apostar a la conciliación entre ambos o que al menos alguno de ellos tenga la sensibilidad de apagar un fuego que consume la calidad de vida de miles de familias de la capital.

Es curioso: tanto a Cuauhtémoc Blanco como a Antonio Villalobos les preocupan las necesidades de los sectores vulnerables, de las personas menos favorecidas, pero ninguno se ha detenido a pensar que al pelear entre ellos dejan de atender a quienes tanto les preocupan.

El problema en ambos casos es de arrogancia y de los personajes que apuestan por el caos, porque saben que en el pleito algo ganan.

  • posdata

Una de cal por tantas de arena: fue vinculado a proceso y se encuentra en prisión preventiva el ex director de transporte de Morelos, el último del sexenio de Graco Ramírez.

Noé Sandoval es acusado de que entregó permisos del transporte público a varias personas sin causa justificada y de manera ilegal, lo que representó un daño al erario morelense de más de 60 millones de pesos.

Pero recordemos algo: Noé Sandoval fue titular de esa dependencia sólo por unos meses tras la renuncia de Jorge Messeguer Guillen, luego de que Rodrigo Gayosso perdió las elecciones; Messeguer fue el verdadero operador de los negocios en la SMyTm a él se le acusa de haber recibido millones de pesos en efectivo de parte de transportistas por la entrega de permisos y promesas de concesiones.

Es buena la captura y proceso de Noé Sandoval, pero entendamos que este personaje es una figura menor frente a los grandes saqueadores del estado. Sandoval cometió el error de dar la cara frente al monumental robo en la dependencia, pero ahora podría aportar información sobre los grandes ladrones y obtener así un mejor trato judicial. Dicen que por ahí va el asunto.

Poco a poco a nivel nacional van cayendo figuras muy cercanas al ex presidente, lo cual abre la posibilidad de que la justicia lo alcance; si esa lógica se aplicara en Morelos, habría que seguir la pista de quienes robaron en nombre del gobernador, los que dieron la cara por su hijastro y los que hundieron a Morelos en la peor crisis de su historia.

Insistamos en los nombres de algunos de ellos: Andrik Ruíz de Chávez, Sergio Beltrán Toto y Jerónimo Bernal.

Pidamos justicia en Morelos, pero a Dios, sino a las autoridades que para eso están y por eso fueron electas.

Parafraseando: Si no pueden (encarcelar a los corruptos) ¡Renuncien!

  • nota

El secretario de gobierno ajustó su equipo de trabajo y cambió al subsecretario de gobierno; en su lugar nombró como encargado de despacho a Mauricio Termignoni Apodaca.

El trabajo de Jesús Guizar en el gobierno de Cuauhtémoc Blanco dejó mucho que desear: el funcionario no dio resultados, no fue eficiente en su desempeño profesional, ni tuvo lealtad con el secretario. Guizar Nájera respondía a intereses distintos a los de Pablo Ojeda y en reiteradas ocasiones se manifestó en contra de su forma de conducir la oficina.

La permanencia de José de Jesús Guizar en la Secretaría de Gobierno era nociva para todos: el funcionario perdió la confianza de su jefe, le jugaba las contras y no sólo filtraba información, también se encargó de sembrar problemas a Pablo Ojeda.

Mauricio Termignoni entra al quite de forma interina, es un joven discreto en su actuar, con la preparación académica necesaria para ocupar el cargo, aunque quizá sin el conocimiento político y social del estado.

Respetemos la decisión de Pablo Ojeda y demos un voto de confianza a Termignoni. Peor que Guizar no puede ser.

  • post it

Los ataques de algunos secretarios contra el alcalde Villalobos son lamentables; cada vez que algún funcionario tuitea, segrega veneno y muestra que tiene serios problemas de identidad, de comportamiento, ortográficos y mentales. Cuando Antonio Villalobos responde a esas expresiones no se sube al ring, se baja al lodo.

Entre las limitaciones del uno y las vomitivos tuits de otros, mil veces prefiero al presidente municipal.

  • redes sociales

El gobernador Cuauhtémoc Blanco confirma que hay más de 50 denuncias por desvíos de recursos interpuestas por su gobierno en contra de Graco Ramírez. Hasta ahora ninguna ha avanzado, pero confía que por gracia divina la justicia llegue.

Voy a seguir luchando porque no quede impune lo que hizo Graco Ramírez. Voy a tener paciencia; Dios quiera y caiga, así como van a empezar a caer exsecretarios y exdiputados; Ojalá en uno o dos meses caiga el exgobernador”.

El mandatario refiere que si bien “ahorita anda muy campante paseándose por Cuernavaca”, cuando comiencen a verse los resultados Graco querrá esconderse.

Hasta el momento han sido vinculados a proceso diversos funcionarios de la anterior administración, lo mismo que ex legisladores como Beatriz Alatriste y Hortencia Figueroa, pero ningún personaje del gobierno graquista.

Si Dios quiere (y los funcionarios terrenales hacen su trabajo) la justicia puede llegar.

Ojalá.

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