Observador político - El desafuero de Tania Valentina: un show legislativo

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político  - El desafuero de Tania Valentina: un show legislativo

El reciente intento de desafuero de Tania Valentina, diputada local del Partido del Trabajo, parece más un espectáculo político que un proceso judicial serio, sobre todo, porque Juan Salazar Núñez, fiscal Anticorrupción, fue quien hizo la petición que, a primera vista, busca arrojar luz sobre las acciones de la legisladora. Sin embargo, la realidad es que la situación se presenta como una farsa destinada a captar la atención mediática, sin un respaldo jurídico sólido que justifique un avance en este proceso.

NO TIENEN LOS 14 VOTOS CONTRA TANIA.- Tania Valentina en automático salió a medios y se declaró víctima de una persecución política, una afirmación que carece de claridad sobre quiénes son sus perseguidores y qué motivaciones hay detrás de este ataque, al negarse a dar los datos precisos y concisos a la prensa. En lugar de ofrecer una defensa convincente, la diputada se encuentra en el centro de un escándalo relacionado con la detención de individuos armados con arsenal exclusivo del ejército, que viajaban en una camioneta de su propiedad. Este hecho plantea serias interrogantes sobre la ética y la legalidad de sus acciones, que no pueden ser ignoradas.

El proceso de desafuero enfrenta obstáculos significativos, ya que a pesar de que la solicitud de Salazar Núñez se basa en un análisis inicial que sugiere la existencia de elementos jurídicos, la cruda realidad es que la coalición de Morena y sus aliados no cuentan con los 14 votos necesarios para aprobar el desafuero. Este panorama deja claro que, aunque existen fundamentos para investigar a Valentina Rodríguez, la falta de apoyo político convierte este intento en una mera formalidad. Lo que estamos viendo es un espectáculo que, lejos de buscar justicia, se convierte en un circo mediático donde los protagonistas parecen más interesados en las cámaras que en la verdad.

La denuncia presentada por la Comisión Estatal de Seguridad ante la Fiscalía General de Justicia refleja la seriedad de los cuestionamientos que pesan sobre la legisladora, empero, el análisis en el Congreso se convierte en un juego político donde la legalidad es secundarizada por las conveniencias del momento.

El caso de Tania Valentina es un recordatorio de las dinámicas distorsionadas en las que se mueve la política en Morelos; mientras las instituciones deben velar por la justicia y la rendición de cuentas, por lo que vemos cómo se convierte en un escenario donde los actores políticos juegan sus cartas, priorizando sus intereses personales sobre la necesidad de un verdadero análisis y discusión sobre la legalidad de las acciones de sus pares. Este “show legislativo” no solo pone en entredicho la credibilidad del sistema político, sino que también desafía la confianza de la ciudadanía en sus representantes.

Al final, el desafío no es solo para Tania Valentina, sino para toda una clase política que debe rendir cuentas y actuar con integridad. La política debería ser un espacio para el debate y la construcción de un futuro mejor, no un teatro donde se escenifican dramas que, al final del día, no llevan a ninguna parte. La ciudadanía merece más que un espectáculo; merece líderes que actúen con responsabilidad y transparencia.

EL INTENTO POR DESVINCULARSE, INACEPTABLE.- La reciente polémica en torno a Tania Valentina, diputada del Partido del Trabajo, y su implicación en la detención de personas armadas con equipo exclusivo del ejército es un claro ejemplo de cómo la política puede, lamentablemente, convertirse en un escenario de evasión de responsabilidades. Aunque Valentina reconoció que la camioneta involucrada en el incidente era de su propiedad, su defensa se basa en una cadena de ventas que busca desvincularla de los delitos presuntamente cometidos.

La legisladora argumenta que vendió el vehículo y que, posteriormente, hubo uno o dos compradores más antes de que se produjeran las detenciones, empero, este intento de deslindar responsabilidades no solo resulta poco convincente, sino que también plantea una serie de preguntas sobre la ética y la legalidad de su actuar. Según la ley, cuando se vende un automóvil, es obligación del vendedor asegurarse de realizar el trámite de "Cambio de Propietario" o “Baja” del vehículo. Este procedimiento no solo es un requisito administrativo; es una salvaguarda que protege al vendedor de posibles responsabilidades jurídicas y fiscales.

Ignorar este aspecto básico de la venta de automóviles refleja una falta de responsabilidad y de comprensión de las obligaciones legales que tienen todos los ciudadanos, especialmente aquellos que ocupan cargos públicos. ¿Cómo se puede confiar en una representante que parece eludir las normas más elementales de la legalidad?

Este caso no solo expone a Tania Valentina a cuestionamientos sobre su capacidad para manejar sus responsabilidades como legisladora, sino que también resalta una tendencia preocupante en la política: la costumbre de algunos líderes de desviar la atención de sus acciones problemáticas al presentarse como víctimas de un sistema que supuestamente los persigue, pese a ello, en este contexto, es fundamental recordar que la rendición de cuentas y la transparencia son principios que deben prevalecer en toda democracia.

La defensa de Tania Valentina no es solo un intento de librarse de responsabilidades; es una invitación a reflexionar sobre la integridad de quienes nos representan; si una figura pública no es capaz de manejar adecuadamente sus asuntos personales y cumplir con las leyes, ¿qué confianza podemos tener en su capacidad para legislar y tomar decisiones que afectan a la comunidad?

SINOPSIS.- UN FISCAL EN LA MIRA.- La situación del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, es insostenible. La presión política sobre su gestión está alcanzando niveles críticos, con llamados cada vez más contundentes para que considere dejar su puesto. Son ya diversos actores políticos, incluidos figuras de su propio entorno, quienes advierten sobre las implicaciones que podría enfrentar una vez que deje el cargo en 2027, especialmente en relación con la ola de violencia y corrupción que ha manchado su administración.

El alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, se ha sumado a estos exhortos al señalar que la falta de acción efectiva en la persecución del delito ha contribuido a agravar la crisis de seguridad en la región. “Cuando un servidor público no abona a la solución de los problemas, fortalece la problemática existente”, afirmó el alcalde. Esta declaración no solo resalta la percepción de ineficacia en la fiscalía, sino que también sugiere una profunda desconfianza en la capacidad de Carmona para cumplir con su deber.

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