Identidad y confinamiento
En opinión de Rodrigo Abelardo Botello Martín
Nunca antes en nuestra historia había sido tan importante como lo es ahora, el tomar medidas para fomentar nuestra formación en todos los ámbitos, la cual, ante los grandes retos que el mundo de hoy nos plantea, serviría como un ancla que nos enraíce en nuestro ayer y nos nutriría de experiencias vivas para no cometer los mismos errores del pasado, pero a la vez, esta preparación fungiría como un motor y como palanca que nos impulsaría hacia el futuro. Así, lograríamos crecer sin perder nuestra esencia, sin perder nuestra memoria histórica.
Por otro lado, cabe señalar que mantener y desarrollar nuestra identidad presupone convivencia, presupone compartir, dialogar, festejar, recordar. Gran parte de estas características que nos hacen ser afines los unos a los otros, parten de nuestra participación en comunidad. Nuestra identidad nace, crece y se alimenta de la participación social.
En contraposición de esta necesidad humana de acercamiento, hoy es muy preocupante ver cómo el aislamiento por motivos de salud, es cada día más necesario. Así, este estado de confinamiento se ha venido prolongando por tiempos indefinidos, en territorios cada vez más extendidos y con medidas cada vez más extremas. Guardar la sana distancia pareciese a primera vista un concepto fácil de acatar, pero ante las nuevas exigencias se torna cada vez más penoso por las consecuencias sociales, personales y económicas que este estado conlleva. La gravedad del contexto de la pandemia está rompiendo los pronósticos más desalentadores que se dieron al inicio de la misma, tanto en el ámbito nacional como internacional.
De ninguna manera es fácil pronosticar el resultado de las medidas que implementará nuestro estado. Sin embargo, sería conveniente hacer un alto en el camino y hacer una reflexión encaminada a ponernos en contacto con nuestro yo íntimo y así aminorar las consecuencias y los perjuicios que este estado de aislamiento pueda provocar en nuestras persona, familias, comunidad, y en consecuencia, en ese sentimiento de pertenencia que es nuestra propia identidad. Introspecciones que nos encaminen a salir más fortalecidos, y promuevan un verdadero desarrollo humano y de identidad personal. Actitud de recogimiento encaminada a retomar y a dar significado a ese cúmulo de valores y principios que todos debemos tener, tanto en nuestra persona como en la comunidad. Dentro de esta actividad introspectiva podemos hacernos preguntas como ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué deseo para mi familia? ¿Qué anhelo para mis semejantes?
Al autodefinirnos con preguntas como éstas, estaremos encontrando una mejor versión de nosotros mismos, pero sobre todo estaremos desarrollando una mejor actitud hacia la sociedad, y con esto mayor empatía; rompiendo así los límites del aislamiento. Encontraremos una animosidad hacia una identidad social, familiar y regional.
Encontrar la forma de comunicarnos de manera profunda con nuestros semejantes no será tarea fácil, tendremos que apelar a los valores familiares, a nuestra identidad, a nuestra historia común, pero de ninguna manera podemos cruzarnos de brazos y no coadyuvar con las recomendaciones de los expertos en salud. Así, al mismo tiempo que conseguimos mantener vivo el tejido social que nos rodea y una cercanía con nuestros semejantes para enfrentar de la mejor manera posible los meses que nos restan de esta pandemia.