Envejecimiento y discriminación.

En opinión de Aura Hernández

Envejecimiento y discriminación.

“El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente”.

Susan Sontag

“Su majestad cree que cada persona es tan vieja como se siente; como tal, la reina no cree que cumpla los criterios pertinentes para poder aceptarlo y espera que ustedes encuentren un destinatario más digno”, así escribió a la revista Oldie el secretario privado de la reina Isabel II de Inglaterra, Tom Laing-Baker al dar a conocer el rechazo de la monarca de 95 años al galardón de la “anciana del año” que otorga anualmente la publicación.

Los medios de comunicación en el mundo, los europeos principalmente, se dieron vuelo con la noticia que abrió nuevamente el debate sobre la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de incluir, a partir del próximo año, a la vejez en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

Aun cuando Isabel II de Inglaterra, no es una anciana cualquiera, pues sin lugar a duda su longevidad está directamente ligada a su calidad y estilo de vida a la que millones de ancianas y ancianos en el mundo no tienen acceso ni por asomo, lo que es cierto es que su propia biología la hace representante de ese sector de la población en el mundo.

Isabel, es una persona adulta de 95 años, con casi 70 de ser la monarca de un país en el que nació no solo nació la industrialización, sino también el imperialismo y el colonialismo que hace menos de 100 años asolaba al mundo. Ha sido testigo privilegiada de dos guerras mundiales, de la guerra fría, del socialismo, de la caída del muro de Berlín y ha sobrevivido al Covid-19 y lo ha hecho, precisamente porque su calidad de vida y de salud la han mantenido en esa situación de privilegio.

Isabel, la monarca que hasta hace poco caminaba sin bastón en sus apariciones públicas y que no perdonaba un solo día su Martini nocturno, hoy al rechazar el galardón de anciana del año, pone en entredicho la polémica decisión de la OMS de declarar a la vejez como una enfermedad, pues uno “es de la edad de la que siente”.

A partir de 2022 la vejez será incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la OMS, bajo el argumento de que esta es una herramienta y una fuente de consulta para los sistemas de salud en el mundo, que apoya la instrumentación de políticas públicas en materia sanitaria y que es actualizada regularmente. 195 países votaron a favor de que esto ocurriera.

La última revisión de esta clasificación de la OMS que entrará en vigor en unos meses y se da en el contexto del proyecto Década del Envejecimiento Saludable (2020-2030) por el que le OMS impulsa acciones para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, cuya población se ha incrementado exponencialmente, lo cual para muchos expertos es una contradicción.

Según datos de la propia OMS debido al cambio demográfico, para el 2050 habrá en el planeta 2 mil millones de personas mayores de 60 años, frente a 900 millones registrados en 2015, el porcentaje prácticamente se duplicará pues pasará del 12 % en 2015 al 22%.

De toda esa población adulta que refiere el estudio de la OMS, el 80% vivirá en países de ingresos bajos y medianos, muchos de los cuales no tienen sistemas sanitarios preparados para este impacto en su capacidad, por lo cual, según la propia organización, la CIE operará como una fuente de consulta en el diagnóstico y definición de la enfermedad de la vejez.

Desde el punto de vista biológico, el envejecimiento es la consecuencia de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo que conlleva una disminución de las capacidades físicas y mentales con un aumento de riesgo de enfermedad, las cuales no se presentan de manera homogénea y cuya vinculación con la edad es relativa.

La vejez es también una etapa de transiciones emocionales y sociales por lo que es necesario que los sistemas de salud se preparen para este cambio demográfico, y la polémica se da porque muchas organizaciones de derechos humanos de personas mayores consideran un error de la OMS clasificarla como enfermedad y han alertado sobre la medida como una fuente de discriminación y violación de derechos humanos.

De acuerdo con expertos del mundo entero, este hecho entra en contradicción con consensos logrados entre la comunidad científica, la academia y la investigación que han asumido al envejecimiento como un proceso vital y culminación de este y por lo tanto como un derecho humano irrenunciable.

Lo que debe hacerse, según las organizaciones que rechazan la medida, es promover una vejez ciudadana con plenos derechos y reconocer al envejecimiento demográfico como un logro de la humanidad que igualmente representa un nuevo desafío. No hacerlo así, alentaría en crecimiento desmedido de la industria del antienvejecimiento y daría lugar a intervenciones sin bases científicas.

Pero lo más grave que alertan los expertos es que clasificar a la vejez como enfermedad representa un grave retroceso en términos de discriminación, ya que clasifica como patología aquello que es esperable en la vida, contradice acciones internacionales que promueven el envejecimiento saludable y se convertirá en una fuente importante de discriminación.

El concepto de la vejez en lugar de ser un concepto peyorativo que infantiliza a las personas mayores, debe convertirse en un concepto a reivindicar e incidir en las políticas públicas y en los procesos sociales en las que prive el respeto a la autonomía de este sector de la población.