Cuando quedarse en casa se convierte en un imperativo. El Morelos finsemanero en época del coronavirus.

En opinión de Aura Hérnandez

Cuando quedarse en casa se convierte en un imperativo. El Morelos finsemanero en época del coronavirus.

 

“El día que se pueda ir a la playa saltaré sobre el agua y me reiré profundamente. Con la risa de un dios”.

Manuel Vilas, escritor español en cuarentena.

 

Origen es destino. A lo largo de la historia, Cuernavaca y prácticamente todo Morelos ha sido un territorio muy atractivo para el descanso y el esparcimiento  por, su todavía, clima privilegiado, por conservar en muchos lugares un ambiente pueblerino y relajado, por su gran riqueza cultural, pero sobre todo, por su cercanía con la gran metrópoli.

Este fenómeno le ha valido a lo largo de su historia oleadas de migraciones que sin duda le han dado a su sociedad un matiz muy especial, pues algunas de ellas han significado grandes aportes para su entorno cultural, económico o político. Sin embargo, ha habido otras migraciones que lamentablemente han contribuido al detrimento de la sociedad morelense en su conjunto.

Recordemos como ejemplo a huéspedes famosos como Hernán Cortés, Maximiliano, los hacendados porfiristas, la élite político-económica que fundaron los Caudillos después de la Revolución mexicana, las nuevas élite político económicas formadas a la sombra del “milagro mexicano” entre los años 40 y 70 del siglo pasado.

A esta última le debemos al auge inmobiliario en el estado y la modificación de la tradición agrícola y rural, al transformar grandes extensiones de tierras ejidales y comunales en zonas de descanso y campos de golf,  que impactaron gravemente  a los recursos naturales disponibles como el agua y la tierra.

Muchas habitantes de la Ciudad de México y de otras zonas aledañas adquirieron casas de fin de semana y se convirtieron en población flotante en días feriados y vacaciones lo que sin duda ha influido en la actividad comercial y en la demanda de servicios públicos.

Otra gran oleada de migratoria fue la que se produjo con los sismos de 1985 en la Ciudad de México, y posteriormente, la migración de aquellos que después del temblor, huyeron de la contaminación y la agitación urbana de la gran capital. Los hay también, quienes están aquí por razones de trabajo.

Parte de la población flotante del Morelos finsemanero, lo constituyen también otros habitantes de la capital del país que no tienen un nivel económico que les permita adquirir una casa de fin de semana,  pero a los que un primo del amigo, del tío de la cuñada de su mujer, los invitó a su “casa de Cuernavaca” que está en Axochiapan a disfrutar de un día de sol y albercas.

Esas migraciones y esos intercambios culturales, económicos y políticos son normales en cualquier parte del mundo, pero en Morelos el costo que en recursos naturales tuvo que pagarse fue bastante alto, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX. Las características de la sociedad morelense de nuestros días es el resultado de ese fenómeno socio histórico.

Y traigo esto a cuenta, porque esa tradición finsemanera de Morelos, ha sido determinante en las cifras que de la epidemia de coronavirus han reportado para el estado las autoridades  sanitarias en los últimos días.

Durante prácticamente, todo el mes de marzo y una gran parte de abril, Morelos fue sede de fiestas, reuniones y francachelas que población finsemanera realizó en su territorio a pesar de la advertencia de que no se trataba de vacaciones y los riesgos que la movilidad implicaba ante la propagación del virus.

Toda esa población que vino a descansar o a divertirse en fin de semana, expuso a mucha población del estado, con la que forzosamente tuvo relación por diversas causas, a los estándares de contagio de su lugar de origen, normalmente la gran metrópoli en donde se tienen por ahora los mayores índices. Ahora somos el resultado de esos días.

Con una población relativamente pequeña, Morelos ocupa el cuarto lugar de letalidad de la pandemia a nivel nacional, un alto número de sus trabajadores de salud han contraído el virus, mercados y tianguis han sido foco de transmisión, y en el reporte del domingo el estado registró una cifra récord de defunciones.

Con un 42% en la reducción de la movilidad ciudadana, Morelos está muy por debajo de la media nacional que es de aproximadamente el 80 por ciento. En los últimos días de abril, en la Colonia Antonio Barona se realizó un funeral en el domicilio de dos personas que lamentablemente fallecieron a causa del Covid 19 y hace poco más de dos días las autoridades reportaron que el 40 por ciento del territorio de esa colonia ha sido impactada por el coronavirus.

Y todavía el domingo pasado las autoridades tuvieron que hacer un operativo debido al hacinamiento de comensales y motociclistas que se encontraban en los restaurantes y fondas tradicionales de Tres Marías, sin respetar en lo más mínimo las medidas de distanciamiento social.

Así las cosas, no sobra decir que estamos en la etapa más difícil de la epidemia y es ya un imperativo hacer todo lo posible por resguardarse en casa hasta que el pico de mayor contagio empiece a descender, toca a las autoridades atender a las poblaciones que por razones económicas no han podido permanecer en casa para que puedan hacerlo.

Este debe ser un esfuerzo colectivo, pues como bien lo apuntó Susana Distancia, “si te cuidas tú, nos cuidamos todos”,  pues de no ser así no podremos remontar a la enfermedad. Me puede pasar a mi, a mis familiares o a cualquier persona. Quedarnos en casa es ya un imperativo.