A Nivel Banqueta - Prado Cuernavaca y su eterna pobreza
En opinión de Francisco Valverde
Cuernavaca, nuestra ciudad, está en quiebra. Eso lo sabemos todos y la pregunta del millón es cómo salir de varios años de extrema carencia y podredumbre.
Las imágenes de locales en renta o casas en venta son cada vez más comunes. Su aspecto suele ser de abandono, deterioro y suciedad. Reflejo de una ciudad que hoy día, tiene muy poco que ofrecer. Quizás el único ramo que ha crecido en La Eterna Primavera es el de las chelerías, antros y pequeñas tiendas de autoservicio.
¿Qué representa nuestra ciudad para jóvenes profesionales, emprendedores, artistas o o empresarios? Hoy más que nunca la ciudad representa un verdadero reto; ya sea por la inseguridad, nuestras muy incompetentes autoridades o la ausencia de oportunidades en las cuales pueda un ser humano desarrollarse en libertad y armonía.
Si algo ha perdido la capital del estado de Morelos es su vocación de ciudad, un desarrollo económico diseñado de acuerdo a su ubicación geográfica, bondades naturales y fortalezas culturales. Cuernavaca se ha empobrecido, no sólo económicamente, también en su capital humano y desarrollo comunitario. La confianza es un valor que se ha perdido en la ciudad, los lazos entre unos y otros, se han destruido. Hoy la ciudad es un espacio basura, el desecho de lo que algún día fue. La ruina arquitectónica de una hermosa historia.
El nivel de nuestra clase política también se ha empobrecido, día tras día su nivel de ignorancia, torpeza y masa bruta, se incrementa. Nuestras autoridades ni siquiera son capaces de distinguir la diferencia entre una Ruta y un sistema de transporte público. La podredumbre de Cuernavaca es colectiva, sistémica y de rasgos culturales francamente preocupantes. Hoy no existen los ciudadanos suficientes capaces de soñar con una Cuernavaca verde del siglo XXI; moderna pero verde. Nos hemos conformado con la llega de un cine, una plaza o alguna novedosa franquicia que nada representan en el largo plazo y mucho menos un verdadero desarrollo económico. De ser así ya habríamos crecido. Hemos comprobado en carne propia que se puede ser una ciudad con importantes franquicias y a la par, ser una urbe en crisis.
Lo que requerimos es un verdadero proyecto de ciudad a partir de nuestras fortalezas y debilidades. ¿Qué queremos hacer con Cuernavaca? ¿Una ciudad llena de peligrosos bares y antros de mala muerte? ¿Una ciudad que oferte oportunidades para lo peor de nosotros? ¿Eso es lo que queremos ser?
Me atrevo a pensar que podemos ser mucho más, podemos ser un modelo en sustentabilidad, cultura y conocimiento. Una urbe bendecida por importantes barrancas, parques naturales, museos, artistas e investigadores de notable trayectoria. Nuestra ciudad puede ser un modelo a seguir, el futuro de las ciudades en nuestro país. Del tamaño de la crisis es el tamaño de la oportunidad que tenemos frente a nuestros ojos. Un proyecto de largo aliento, con metas claras a corto, mediano y largo plazo. Un proyecto que orgullosamente pueda presentarse a instancias internacionales. Ya sea el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. Todo esto es posible si hacemos a un lado nuestra carencia de visión. Hoy más que nunca necesitamos atrevernos a soñar, a ser diferentes y arriesgarnos a intentar lo imposible. Todo lo demás ya está hecho. Es tiempo de ser grandes y de imaginar una Cuernavaca para todos, una ciudad verde del siglo XXI.
“Ésta debe ser una tristeza urbana. Los edificios no dialogan y el cansancio silba. Niños piden limosna y no huelen a gardenia. Allí, secos: Juan Gelman”
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