Serpientes y escaleras - Reestructurar o morir

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Reestructurar o morir

La decisión es dura, pero no hay de otra. Se acabaron las opciones.

 

Reestructurar o morir

Antonio Villalobos anunció una reestructura a fondo en el gobierno de Cuernavaca; la medida contempla ajustes en todas las áreas, recorte de personal de confianza y sindicalizado, así como una reingeniería financiera cuyo objetivo es mantener a flote la economía del ayuntamiento. El alcalde lo reconoce: ya es insostenible la operación del municipio; las deudas heredadas y la baja recaudación tienen a la ciudad al borde del colapso. Es eso o hundirse.

La historia de los malos manejos económicos en Cuernavaca no es nueva, pero las consecuencias ya están a la vista y son impostergables; durante varios años distintas autoridades evadieron el tema alargando los procesos legales, contratando nuevos créditos o simplemente transfiriendo más recursos a la operación y al gasto corriente.

El anuncio que hizo el presidente municipal es duro, pero no existe otro camino para que el municipio evite el colapso. El mayor problema que enfrentan las finanzas capitalinas está en la abultadísima nómina que se ha venido incrementando desde hace varios trienios y que actualmente representa la erogación más alta en el presupuesto.

La pandemia de covid-19 expuso un aspecto sustantivo en la operación del gobierno de Cuernavaca: es posible sacar adelante el trabajo con menos recursos humanos y económicos. A partir de ahí Antonio Villalobos decide dar un paso muy duro, difícil, que implica desgaste personal, pero que no es posible evitar. La bomba capitalina estalla en el peor momento: en medio de una doble pandemia sanitaria y económica y justo al arranque del proceso electoral.

A nadie le gusta la decisión tomada por el gobierno capitalino, pero todos saben que el municipio ya no tiene otra opción. Los recursos con los que cuenta Cuernavaca ya no alcanzan para el pago de los trabajadores, se han detenido los pagos en muchos rubros y de continuar así, al final del año los empleados municipales no recibirán aguinaldo.

Eso sin contar que en el corto plazo el municipio no podrá sufragar los servicios municipales, se declararía en suspensión de pagos y los habitantes de la capital quedaríamos expuestos a una crisis sin precedentes.

Seguramente habrá quien diga que eso ya se está padeciendo actualmente, que el suministro de agua no ha sido constante en varias colonias, que muchas calles no cuentan con iluminación y están llenas de baches o que el mantenimiento de los diferentes espacios públicos se ha suspendido. Cierto.

Ahora imaginemos lo que sucedería si de un día para otro se cancelara la recolección de la basura en toda la ciudad, si se cortara el suministro de energía eléctrica a todos los pozos de agua al mismo tiempo, si se detuvieran los pocos trabajos de bacheo o se dejara de podar. No es lo mismo que en algunos casos tengamos un deficiente servicio municipal a que se cancelen todos los trabajos del ayuntamiento.

Ese es el punto al que debemos poner atención: realizar una reingeniería financiera al gobierno de Cuernavaca es un tema urgente que no tiene que ver solo con una autoridad, un partido o una persona; de lo que hablamos es de un problema estructural, del colapso general de las finanzas de la capital como consecuencia de malas administraciones y en particular de una enorme carga laboral.

Podemos estar o no de acuerdo en la forma como Antonio Villalobos ha conducido el ayuntamiento, se vale que existan voces a favor y en contra de su persona, que critiquen su personalidad, sus decisiones y su manera de llevar las riendas del ayuntamiento. Lo que no debemos pasar por alto es que los ediles cambian y los problemas se quedan.

Los datos ahí están: Cuernavaca recibe un presupuesto anual de 1 mil 300 millones de pesos, de los cuales 800 se destinan al pago de nómina de los más de 4 mil trabajadores que actualmente tiene el ayuntamiento; 200 de los 800 millones se destinan al pago de jubilados y el resto (75%) se aplica al sueldo de los empleados en activo.

De los 500 millones de pesos restantes, 300 se destinan al gasto corriente, es decir, al pago del mantenimiento y operación de la ciudad, a sentencias judiciales, a material, a seguridad social… Y otros 150 millones de pesos al año se van en el pago de créditos y deudas de gobiernos anteriores. Al final, como en la canción de los diez perritos, al municipio le quedan 50 millones de pesos anuales para obra pública, mantenimiento de la infraestructura urbana y atención de contingencias.

La pandemia de covid tomó a todo el mundo por sorpresa y Cuernavaca no es la excepción; las implicaciones de la contingencia aceleraron el derrumbe de las finanzas municipales, porque por un lado obligaron al ayuntamiento a realizar erogaciones no programadas, al tiempo que la recaudación se fue al piso. La quiebra capitalina era inevitable, pero el coronavirus la hizo llegar antes de lo pensado.

Hoy Antonio Villalobos tiene que apechugar con el problema y con sus consecuencias, debe tomar medidas drásticas, dolorosas, pero inevitables; la administración puede realizar ajustes en diferentes áreas y acomodar el gasto en todos lados con nuevas y más estrictas medidas de austeridad, pero mientras no se atienda el problema de fondo, es decir, la abultadísima nómina, nada de lo que se haga va a funcionar.

El alcalde de Morena buscará la reelección en el cargo y a pesar de ello tomó la decisión de reestructurar a el gobierno; la medida es dolorosa e impactará a muchas familias, electoralmente es desastrosa, pero reitero, no hay manera de evitarla. El edil tuvo tiempo para valorar la situación y pensar en las posibles salidas, pero al final concluyó que o realiza el ajuste ahora o se le colapsará el municipio a más tardar en noviembre.

No podemos aplaudir la decisión que está tomando el presidente municipal de Cuernavaca, no hay forma de celebrar el despido de personal en medio de una crisis económica global, a pesar de ello se debe reconocer la decisión de entrarle a un asunto que otros políticos buscarían evitar.

La reestructura anunciada por Villalobos no es buena, pero es necesaria. Esa misma medida, por cierto, será replicada en breve por otros gobiernos municipales que también enfrentan problemas financieros e igual que Cuernavaca tienen una nómina obesa.

La pandemia nos está enseñando a hacer más con menos.

  • posdata

No es fácil combatir la delincuencia, dijo el viernes pasado Cuauhtémoc Blanco Bravo. La expresión no es nueva, aunque el tono en la que la dijo si lo fue: esta vez no escuchamos al personaje retador que se enfada con los reporteros por las preguntas que le hacían, ahora vimos a un hombre cuidadoso de sus palabras y mesurado con sus entrevistadores. Obvio: los últimos días no han sido fáciles para Morelos en materia de seguridad.

No se si finalmente el jefe del ejecutivo ha dimensionado el enorme problema que representa la violencia para el estado y para su gobierno, si después de dos años entendió que la responsabilidad que lleva sobre sus hombros es enorme y que el derramamiento de sangre está hundiendo a su administración; quizá alguien le han hecho entender que la pugna entre grupos delictivos afecta a todos y pega directamente al gobierno o tal vez el día que lo entrevistaron estaba de buenas y después volverá a ser el mismo de siempre.

Reitero: las últimas semanas han sido complejas para Morelos, los embates de los grupos delictivos han elevado la tensión a muchas partes del estado y generan un ambiente de enfado y mal humor social que afectan a las personas, influyen en la marcha de las instituciones y pegan a la imagen del gobernador. En muchos casos hablamos de hechos relacionados con la pugna entre grupos criminales, pero eso no resta importancia a la situación, ni aminora el impacto de los hechos.

Morelos igual que el resto del país enfrenta un momento complejo derivado de la triple crisis que se ha conjugado: inseguridad, crisis económica y pandemia. Esta triada representa un dolor de cabeza para todos, ha replegado a las personas, ha cambiado los hábitos en la sociedad, modificó la forma de vida en comunidades enteras y tiene a miles de personas en vilo.

En la tierra de Zapata el problema es grave y se muestra en forma de matanzas, balaceras, levantones o ejecuciones a plena luz del día. Cosas como estas no son normales, aunque sucedan todos los días; quienes realizan este tipo de actos no son personas comunes que salen todos los días a trabajar, son sujetos que forman parte de un grupo criminal, que tienen acceso a armas de alto poder y no tienen empacho en arrebatarle la vida a cualquier persona.

Por supuesto que no es fácil combatir la violencia, no lo es en Morelos ni en ninguna parte del mundo, porque quienes tienen la responsabilidad de prevenir el delito dan la cara y quienes cometen actos ilegales lo hacen desde el anonimato. Los delincuentes “son un chingo” como diría Cuauhtémoc Blanco y además están cubiertos por un halo de impunidad que urge desde distintas instancias, empezando por la política.

Para enfrentar a los criminales el gobierno estatal necesita mucho más que armas y policías; para salir delante de esta compleja situación, además de una mejor estrategia, el mandatario requiere del apoyo de la sociedad, de la solidaridad de la gente y del apoyo colectivo en forma de denuncia.

Esto último es lo más difícil de todo y para que se obtenga, el primer paso es obtener la confianza ciudadana.

Sin confianza, nada de lo que haga el gobierno será bien recibido.

  • nota

La central de ciclo combinado que impulsa la CFE en Morelos es un proyecto interesante, benéfico para la entidad, necesario para impulsar el desarrollo económico de la región, pero pésimamente socializado desde el sexenio pasado.

La obra se gestó en el sexenio de Felipe Calderón, con el gobierno de Marco Adame en Morelos, pero fue hasta la administración siguiente que la central comenzó a edificarse, impulsada localmente por las administraciones estatales involucradas: Tlaxcala, Puebla y Morelos.

La administración de Enrique Peña Nieto dejó en manos de los gobiernos estatales la operación social y política del tema, les entregó los recursos económicos que solicitaron para convencer a la gente y otorgar beneficios a las comunidades involucradas.  Tlaxcala no tuvo muchos problemas porque la obra apenas tocaba la entidad, Puebla hizo un intenso y efectivo trabajo con la población mientras que en Morelos Graco Ramírez reprimió a la gente con la policía y se robó el dinero que recibió de la federación.

Utilizando la fuerza pública el gobierno de Graco logró que se construyera la termoeléctrica, pero dio vida a un movimiento de resistencia que evitó que la empresa se pusiera en marcha.

Hoy el problema de la CCC de Huexca es enorme por los antecedentes antes descritos, pero también porque el gobierno federal a través de su delegado no ha hecho nada para convencer a los inconformes. Peor: Hugo Eric Flores se ha confrontado con la población y está acusado de mandar asesinar a Samir Flores, un activista integrante de la Asamblea de Pueblos y opositor al proyecto; Flores Cervantes se ha convertido en un elemento más de molestia e inconformidad de los pueblos.

La semana pasada el presidente López Obrador anunció el reinicio de los trabajos en la termoeléctrica, dijo que los procesos judiciales estaban superados y que la oposición se había tranquilizado; falso. Este fin de semana Andrés Manuel López Obrador estará en Morelos en la conmemoración del tercer aniversario del sismo y seguramente, en algún punto de su gira, será interceptado por ciudadanos inconformes con la termoeléctrica de Huexca.

Insisto: la Central de Ciclo Combinado es un buen proyecto, es importante para la entidad y necesaria para la reactivación económica de toda la región; el problema es que no se ha socializado; el delegado Hugo Eric Flores le miente al presidente cuando dice que la situación está bajo control y que la obra se puede reiniciar sin problemas.

Ojo: los conflictos de Chihuahua y Morelos se pueden combinar en cualquier momento hasta hacer que la sangre llegue al rio.

  • post it

El ex alcalde de Jiutepec Manuel Agüero volvió a comparecer; su audiencia se difirió unos días, pero el proceso judicial sigue su curso.

No hay forma que el rubicundo personaje libre el brazo de la ley; el perredista posterga el desenlace porque busca ser candidato del PRI para asumirse como perseguido político y tratar de ocultar lo que realmente es: un corrupto.

  • redes sociales

Hoy los robos quedan registrados en video y aún así no pasa nada.

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