¡Salvar al mundo y salvar la navidad!

En opinión de Aura Hernández

¡Salvar al mundo y salvar la navidad!

“-Pero tío: ¿una patraña la navidad? -dijo el sobrino de Scrooge- Seguramente no habéis querido decir eso.

 

-Si - contestó Scrooge -. ¡Felices Pascuas! ¿Qué derecho tienes tú para estar alegre? Eres tan pobre.

 

¡

-Vamos -replicó el sobrino alegremente-. ¿y qué derecho tenéis vos para estar triste? ¿Qué razón tenéis para estar cabizbajo? Sois bastante rico”.

 

Cuento de Navidad, Charles Dickens

Hace algunos meses, en este mismo espacio reflexioné sobre las enseñanzas que la pandemia podría aportar los seres humanos en el intento de hacernos mejores personas. En aquella ocasión escribí que esa posibilidad me parecía muy viable, puesto que si algo hemos experimentado como raza humana en los últimos meses es la certeza de la “insoportable levedad del ser”, parafraseando a Milán Kundera.

Durante este tiempo, me atrevo a asegurar que casi todo el mundo ha experimentado el difícil trance de perder a un ser querido con motivo del Covid 19, o tal vez tengamos la fortuna de no haber perdido a un familiar cercano, pero si a alguién a quien admiramos, o bien cercano a alguién que queremos y de los que no esperábamos este desenlace tan inesperado. Y eso, sin duda nos mueve en lo más profundo de nuestra conciencia.

Hoy, cuando a nivel nacional han ocurrido un millón 250 mil contagios por Covid 19  y han fallecido  más de 113 mil personas por la pandemia, y a nivel estatal la cifra oficial señala cuatro mil 480 y 1590 defunciones en este periodo de pandemia y cuando el mundo está a un paso de lograr la aplicación masiva de la vacuna, me duele admitir que me equivoqué: la pandemia ha sacado lo peor de nosotros.

¿Qué tenemos? en el mundo, un presidente de EU narcisista, que ha desafiado a los votantes de su país, las migraciones por razones económicas no han disminuído originando que los migrantes mueran en naufragios o víctimas de la violencia o bien, sean hacinados en centros de detención en los que sobreviven en condiciones infrahumanas; siguen los desafíos de los movimientos de ultraderecha, continúa el racismo y afortunadamente los movimientos que se oponen a él,  las violencias hacia las mujeres continúan, y la devastación ambiental avanza a pasos agigantados en el mundo ante la inacción y hasta con la complicidad de los gobiernos.

En nuestro país, se ha recrudecido la polarización social y los discursos de odio alimentados por el racismo, el clasismo, el ansia de poder; el fin tan anunciado de la corrupción no se ha concretado y somos testigos todos los días de la reproducción de una cultura política que se sustenta en la corrupción y en el abuso, lo mismo que la inseguridad que sigue como tan campante.

En Morelos tampoco el panorama es como para alentar nuestro optimismo. En medio de un repunte sin precedentes de los casos de Covid 19, la inseguridad sigue cobrando vidas, las expresiones de las vendetas políticas entre facciones siguen teniendo como rehenes a las y los morelenses, ya sea a través de manifestaciones, bloqueos carreteros o boicots al Presupuesto 2021 en el Congreso.

En el terreno electoral, se han exacerbado los enfrentamientos por los cargos públicos que se elegirán el próximo año, y hemos sido testigos de las disputas entre pares para eliminarlos de una contienda política futura. Los “partidos chiquitos” se han reproducido como hongos en temporada de lluvias y por si fuera poco, en el momento más inoportuno se ha expulsado al árbitro de la contienda. El fin de las ideologías que tanto preconiza Fukuyama, es realidad en Morelos.

Y cito a Fukuyama, porque la contienda para el 2021 que tendemos el próximo año en Morelos se caracteriza por su pragmatismo y la búsqueda del poder a toda costa, tirando a la bote de la basura la ideología, los principios, la ética y muchas prendas más que deberían ser parte de la oferta política de los partidos. Para nuestro desconsuelo, esto es un reflejo de lo que pasa a nivel nacional.

Y por si fuera poco, contra las recomendaciones de las autoridades sanitarias y las peticiones de los médicos que están exhaustos ante los niveles de los rebrotes de casos de Covid 19 en  todo el territorio nacional, una gran parte de la población a dado rienda suelta al consumo y las francachelas, mucha gente volcada en la calle y sin medidas sanitarias, aún cuando en Morelos se haya decretado el cubrebocas como obligatorio, pues no hay autoridad que se comprometa a garantizar su cumplimiento.

Y en el caso de Morelos, debemos prepararnos para la avalancha de visitantes de la Ciudad de México que vendrán a sus casas de descanso en el estado de Morelos, o que harán uso de la nueva modalidad de renta de casas para fiestas y que con seguridad incidirá en el incremento de casos de Covid 19, con la consecuente presión para la prestación de los servicios de salud, que amenazan colapsar en poco tiempo y ser insuficientes para atender esta nueva ola de la pandemia.

¿Cómo salvar la navidad? ¿Cómo recuperar nuestro optimismo, en lo que la vacunación masiva de la población sea una realidad?

Es seguro que no podremos cambiar a nuestra clase política por lo que ese aspecto de nuestras vidas es poco esperanzador, solo nos queda la esperanza del voto el próximo año.

Es seguro que será muy difícil incidir también en la transformación de nuestra cultura política, acuñada durante largos períodos, porque los cambios culturales son procesos de larga duración, y también es posible que debamos seguir navegando contra el flagelo de la inseguridad y si no consensuamos acciones colectivas es poco lo que podemos hacer para que nuestros esfuerzos se reflejen en el mejoramiento del ambiente.

Ante este panorama hay algo inmediato que podríamos hacer y que sin duda influirá en nuestra comunidad, en nuestro estado, en nuestro país y tal vez hasta en el mundo: ¡quedemos en casa!

¡Podremos no salvar al mundo, pero podemos  salvar la navidad!