Observador político - Hay esperanza en Margarita como gobernadora
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
Los morelenses han vivido seis años de desilusión bajo la administración de Cuauhtémoc Blanco, un periodo marcado por la apatía gubernamental y un alarmante incremento en la inseguridad; con el ocaso de su gestión, se abre un nuevo capítulo con la llegada de Margarita González Saravia, quien asume el reto de restaurar la confianza de la ciudadanía y cambiar el rumbo de un estado que, lamentablemente, se ha distinguido por los primeros lugares en lo negativo y los últimos en lo positivo.
EL LEGADO PERDIDO DE CUAUHTÉMOC.- La administración de Cuauhtémoc Blanco ha sido un espejo de la ineficacia: no solo la economía local ha sufrido un estancamiento, sino que los delitos de alto impacto han aumentado de forma alarmante. Más allá de la crítica política, este sexenio representa un retroceso palpable en el bienestar social. La pobreza se ha intensificado, y el gobierno ha sido percibido como ausente en momentos en que la comunidad más lo necesitaba.
Margarita González Saravia llega con la difícil tarea de empezar de nuevo; su compromiso con la transformación de Morelos no solo es un acto de buena voluntad; es una necesidad urgente. La falta de planeación y proyectos claros en la administración saliente ha dejado un vacío que no se puede ignorar. El camino hacia la reconstrucción de la confianza ciudadana pasa por repensar la política pública y establecer estrategias que verdaderamente atiendan las necesidades de la población.
Uno de los legados más preocupantes que Blanco Bravo deja es la abrumadora deuda heredada, de acuerdo a Roberto Salinas, la gestión anterior no cumplió con sus obligaciones, lo que ha llevado a que se paguen más de 3 mil millones de pesos tan solo en intereses. Esta carga financiera no solo limita las posibilidades de inversión en infraestructura y servicios públicos, sino que también perpetúa un ciclo de desconfianza en la gestión gubernamental; la necesidad de refinanciar la deuda es apremiante, y se requieren medidas audaces para reducirla y evitar que siga creciendo.
Además, el aumento en los feminicidios es una tragedia que la nueva gobernadora deberá abordar como una prioridad ineludible, los recientes asesinatos de mujeres, que han escalado a niveles preocupantes, son un reflejo de la falta de acción del gobierno saliente. Como lo señala José Martínez Cruz, vocero de la Comisión Independiente de Derechos Humanos, la inacción en la prevención de la violencia de género ha llevado a que Morelos se convierta en uno de los estados más peligrosos para las mujeres. Es un desafío monumental que requiere no solo atención inmediata, sino también un enfoque integral que incluya educación, sensibilización y políticas efectivas de protección.
El camino por delante no será fácil, pero la llegada de González Saravia ofrece una oportunidad de oro para reconfigurar el futuro de Morelos. Los ciudadanos esperan un cambio real y tangible, una gestión que no solo prometa, sino que actúe en consecuencia. La reconstrucción de la confianza es esencial, y esta nueva administración debe demostrar que está a la altura del reto. Solo así se podrá romper con el ciclo de años perdidos y construir un estado donde el bienestar social, la seguridad y la igualdad sean una realidad y no solo un deseo.
LA ESPERANZA.- Con la llegada de Margarita González Saravia al gobierno de Morelos, se cierran las puertas a una era de ineficacia y desilusión, dando paso a una nueva imagen que promete ser más inclusiva y comprometida con el bienestar social; su declaración como gobernadora constitucional marca un hito, no solo por ser el inicio de su gestión, sino por el simbolismo de su compromiso de transformar un estado que ha sido víctima de la desigualdad y el abandono.
González Saravia ha tomado el timón con una visión clara: reducir las brechas de desigualdad económica y social, en un momento en que la ciudadanía está cansada de las promesas vacías, su llamado a la acción es fundamental; al enfatizar la necesidad de una administración austera, eficiente y eficaz, la gobernadora hace un firme llamado a la responsabilidad de los servidores públicos, quienes deben actuar en pro del desarrollo de la comunidad.
El compromiso de gobernar para todas las personas, sin distinción, es un principio que debería ser innegociable en cualquier administración, la invitación a la ciudadanía a participar activamente en este proceso es una señal de que el gobierno no debe ser un ente aislado, sino un socio en la construcción de un futuro más justo. La colaboración entre gobierno, empresas y sociedad civil es, efectivamente, la clave para lograr un desarrollo sostenible que beneficie a todos.
Sin embargo, es esencial que estas intenciones se traduzcan en acciones concretas. Las palabras de González Saravia, aunque inspiradoras, deben ir acompañadas de estrategias y programas que realmente impacten en la vida de los morelenses. La historia reciente nos ha enseñado que los buenos deseos, sin un plan sólido y recursos adecuados, pueden quedar en mera retórica.
La gobernadora ha tomado la posta en un momento crucial para Morelos, un estado que necesita no solo liderazgo, sino también innovación en sus políticas públicas. Las promesas de atender la pobreza y mejorar las condiciones de vida son bienvenidas, pero es imperativo que se definan objetivos claros y medibles para garantizar que estos compromisos no se diluyan en el tiempo.
La mención del aniversario del natalicio del Gral. José María Morelos y Pavón no es casual; evoca un legado de lucha y resistencia que debe inspirar a la nueva administración. En este contexto, la equidad y la justicia social no son solo metas, sino principios rectores que deben guiar cada decisión del gobierno.
González Saravia enfrenta una enorme responsabilidad, pero también una gran oportunidad. Si logra articular un gobierno que realmente escuche y atienda las demandas de su pueblo, podría ser el faro de esperanza que Morelos tanto necesita. La promesa de un gobierno que actúe con responsabilidad y en beneficio de la comunidad es un objetivo loable, pero solo el tiempo dirá si esta nueva imagen se convierte en una realidad tangible o en otro capítulo de ilusiones perdidas.
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