La querella por el agua. Pasado y actualidad de una historia de abusos.
En opinión de Aura Hernández
“La ya crónica falta de inversión en agua y saneamiento perjudica a una cantidad ingente de personas. Esto es inaceptable (...) Comprometámonos a intensificar los esfuerzos para valorar de verdad al agua, de modo que todos podamos tener un acceso equitativo a tan preciado recurso (...)”
António Guterres, Secretario General de la ONU.
Para cuando se “decretó” el final de la Revolución mexicana, en los años veinte del siglo pasado, los hacendados de Morelos ya se habían pertrechado nuevamente. Con la Ley en la mano, los oligarcas desplazados, principalmente por el zapatismo, regresaron por sus fueros y a golpe de amparos intentaron recuperar el agua y las tierras que se habían entregado a los campesinos, los propietarios originarios que así lo exigieron en el Plan de Ayala.
También presionaron, ofrecieron dádivas y amenazaron a los campesinos, y trataron de evitar a toda costa el reparto agrario y sobre todo el acceso al agua de los pueblos y comunidades con el alegato de que fueron ellos los que construyeron la infraestructura para su acceso. La lucha por el agua, estuvo desde entonces en el centro de los movimientos sociales que suscitaron su acaparamiento.
Los morelenses de entonces, encontraron en su gobernador, el doctor José G. Parres, médico de Zapata, a un aliado extraordinario que personificó en el discurso y en la acción la defensa de tierras, bosques y aguas que llevaron a cabo los campesinos de Morelos, frente al embate de los hacendados que combatieron el reparto agrario y la recuperación de ríos y afluentes.
Parres apoyó las acciones de los campesinos para que tuvieran acceso al agua de los ríos Amacuzac, Xochitepec, Chalma, Cocoyoc, Tenextepango, El Higuerón, e Verde y 50 más concesionados, que los gobiernos del porfiriato otorgaron a los hacendados para garantizarles el agua necesaria para sus prósperos ingenios azucareros, que como negocio solo eran superados por los de Hawai.
Mucho se ha dicho sobre la riqueza del estado de Morelos en sus recursos naturales y muchas historias se han escrito sobre los despojos que los poderosos han cometido históricamente en detrimento de los dueños originarios incluso hasta nuestros días. Ahora se escribe sobre los estropicios que gobiernos ineficientes han ocasionado en detrimento del acceso al agua de la población.
Desde tiempos inmemoriales, incluso antes de la irrupción española, las poblaciones autóctonas se distinguieron por contar con una extraordinaria infraestructura para el aprovechamiento del agua, que con la aparición de la hacienda fue el centro de los despojos para satisfacer los requerimientos que el vital líquido para el funcionamiento de las haciendas azucareras.
El estado de Morelos con una tradición histórica de existencia de recursos naturales, agua principalmente, experimenta hoy en su capital una crisis sin precedente por la deficiencia en el acceso al agua de una buena parte de su población. Lo inexplicable del asunto, es que con todo lo que se socavado y sobre explotado el recurso hídrico sobre todo para ser usado en campos de golf y jardines, en este caso, la razón no es la escasez, si no la corrupción.
Desde hace dos semanas, la ciudad de Cuernavaca se ha visto afectada no solo en sus vialidades, sino en la normalidad política en virtud de las manifestaciones, los bloqueos y hasta las acampadas que personas de diversas colonias han organizado para protestar por la falta de acceso al agua originada por la falta de pagos del suministro eléctrico del Sistema de agua del municipio.
Con un adeudo acumulado de 265 millones de pesos como lo informó la Comisión Federal de Electricidad, el alcalde ha dicho en su defensa que éste es un adeudo de administraciones anteriores. Lo cual sin duda es verdad, pero a medias.
Es de sobra conocido que el el sistema de agua, ha sido no solo una fuente de enriquecimiento de funcionarios corruptos de las anteriores administraciones y de esta, sino que también ha fungido como caja chica de las administraciones y ha tenido como administradores a una banda de rufianes a los que poco le importa el bienestar de los habitantes de la Ciudad. El desastre en su administración ha tenido como característica una corrupción descomunal.
Pero Morelos ha sido también ejemplo de la lucha de su población en defensa de sus recursos naturales y un ejemplo no tan lejano es la movilización de los 13 pueblos en defensa de la tierra y del agua y también la defensa que cuatro mujeres de Xochitepec emprendieron para que se les reconociera el derecho al agua como un derecho humano al agua, reconocido como tal por la ONU en el 2010.
La evolución del derecho agua en la legislación mexicana como un derecho que es determinante para el disfrute de otros derechos humanos se ha robustecido con sentencias de órganos jurisdiccionales federales que han reconocido este derecho como un bien social y cultural, además de un bien público fundamental para la salud y la vida.
Lo lamentable es que a pesar de esos antecedentes de la gente de Morelos en la defensa de sus recursos naturales, se vulnere una vez más ese derecho que desde el 2012 está en nuestra carta magna: “toda persona, tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”.
Y lo peor, es que no haya una sola autoridad en el estado de Morelos que, como José G. Parres, se solidarice y apoye, en el discurso y en la acción, las movilizaciones de la ciudadanía en la lucha para combatir a quienes impiden el disfrute del acceso al derecho al agua. Ay! Parres! que falta nos haces!