La delincuencia del gobierno
En opinión de José María Román Román
Son voces de alarma que desde el gobierno surgen reconociendo la existencia de delitos y delincuentes dentro de la operatividad de los gobiernos del estado y de algunos municipios. Reconocerlo como ya lo hizo el Presidente Municipal de Cuernavaca y señalarlo como lo ha venido haciendo el obispo don Ramón Castro y Castro es un avance. Pero cuando CuauhtémocBlanco habla de que “TODOS estos asesinatos (refiriéndose al índice de criminalidad) han tenido algo que ver con el crimen organizado” no tan solo es un reconocimiento a los hechos, sino que es en esencia un vacío de poder que deja abierto el propio gobierno para que tales delitos se continúen cometiendo. Los hechos en sí acusan al señor Guarneros y al fiscal estatal de la falta de previsión y sobre todo de falta de investigación y castigo de los criminales.
Se ha hablado desde el gobierno anterior de más de 13 presidencias municipales han sido penetradas en su administración. Lo dijo Capella en su momento y lo ha reiterado el obispo, pero de ahí no ha pasado nada o al menos no se sabe qué se ha investigado, a quién se ha detenido y, sobre todo, qué se hace para evitar que este delito de extorsión se continúe produciendo al propio gobierno municipal, sobre todo a los de la región del sur del estado.
Lo declarado por el Presidente Municipal de Cuernavaca es otro renglón que se reconoce que ha sido penetrado por la delincuencia. Lo ha manifestado recientemente el presidente Antonio Villalobos cuando ante la renuncia de los ejecutivos más importantes del SAPAC declara que una parte de los problemas es precisamente que ha habido delincuencia organizada dentro del sistema operador de Cuernavaca. En este caso nos encontramos con dos tipos de delincuencia: la primera, que viene desde las entrañas del propio sistema operador cometido por funcionarios y que datan desde los tiempos del propio ex presidente Manuel Martínez Garrigós que junto con Gayosso, hijastro de Graco, fue señalado en la entonces Procuraduría, hoy Fiscalía, donde existe un expediente al respecto de haber dispuesto de más de 30 millones de pesos, por cierto una gran parte del ahorro de los trabajadores y el delincuente miembro del crimen organizado a que hace referencia el actual Presidente y que como consecuencia se ha negado a incrementar los pagos a sus ejecutivos no obstante la renuncia masiva de que hace unos días fue objeto el sistema y que encabezó su director general, el señor Fernando Blumenkron
Las consecuencias de ese pleito o de esa comisión de delitos están a la vista: El SAPAC no puede pagar la luz y deja sin servicio frecuentemente a varias colonias. Esto origina la natural sublevación de los usuarios, sobre todo de aquellos que cumplen puntualmente con el pago del servicio de agua potable. Culpar por parte del Presidente Villalobos a la Comisión Federal de electricidad por falta de agua, como se pretende, es un absurdo. La paraestatal solo corta el suministro por falta de pago y ese ha sido el problema recurrente en el SAPAC. Cada vez que se ve con la soga al cuello recurre a pactos o acuerdos con la paraestatal, pactos que no cumple y que como consecuencia vuelve otra vez el corte de luz perjudicando a los usuarios. Es un cuento de no acabar pero es cuento que, o se toman las decisiones de fondo para resolver el problema o el colapso pronto estará fuera de las manos del gobierno municipal.
La solución está a la vista, la voluntad política, no. SAPAC está presa de su ineficiencia, no de su falta de dinero, porque si bien es el dinero el que falta, es poco o nada lo que se hace para recuperar la cartera vencida que es enorme e imponer la ley a los morosos o a los tramposos. Así, no tan solo no se resolverá el problema, sino que esto va originar un verdadero caos una vez que la temporada de lluvia ha concluido.
El otro asunto es el problema delincuencial externo al que se refiere el Presidente. Si existe no es mera sospecha, ya lo reconoce pero al parecer, no se enfrenta frontalmente. Mientras esto no se arregle el problema crece. Le podemos sumar a sus muchos problemas la falta de acciones para regularizar las cuentas que no pagan y las que son clandestinas que son una enormidad. Total, SAPAC se sostiene en esencia con los pocos que pagan y de ahí mantiene un notorio exceso de personal que es una carga gravosa que hace al sistema inoperante. No habrá solución, sino hay voluntad política de resolver sus broncas internas.