INSABI

En opinión de Javier Bolaños

INSABI
El primer minuto de este nuevo año, desapareció el seguro popular para dar paso al instituto de salud para el bienestar (INSABI), cortando así un programa transexenal de apoyo social en materia de salud que venía demostrando ser de un alto impacto positivo.
Desde que se conoció la iniciativa para desaparecer el seguro popular, manifestamos que era un error cancelarlo, pues sin duda afectaría muy rápido a las familias que estaban recibiendo su beneficio; a partir del 1 de enero, quienes tienen, o tenían, a familiares recibiendo tratamientos bajo el cobijo del seguro popular, se encontraron con que las condiciones habían cambiado de forma radical.
Quienes pagaban entre 80 y 100 pesos por noche de hospital, fueron informados que la cuota sería ya de entre 800 y 1,100 pesos; quienes tenían a sus pacientes recibiendo atención especializada, conocida como de tercer nivel, fueron informados que el nuevo esquema de atención ya no incluye esta cobertura. En pocas palabras, el nuevo INSABI empezó causando gran daño a las familias que atraviesan el difícil momento de tener a uno de sus integrantes requiriendo atención médica.
Han sido muchos los testimonios de quienes denuncian el incremento de las cuotas, de quienes con coraje y resignación declaran que se llevan a sus pacientes a sus casas ante la imposibilidad de pagar lo que les cobran, y lapidaria la declaración grabada del señor que indica: “me llevo a mi hija del hospital, lo que están haciendo es invitarme a robar para poder pagar”.
Hace unos días, informaron que se decretaba la gratuidad de los servicios que presta el INSABI, sin embargo, de acuerdo a los reglamentos de esta nueva institución esto no puede ser, pues señalan claramente que hay muchos casos donde no se aplica la gratuidad, por ejemplo, cuando el paciente requiere atención en hospitales de segundo o tercer nivel.
Igualmente cuando se requieren servicios como estudios médicos especializados y cirugías, deben hacerse pagos en esta nueva normativa sin considerar la muy alta probabilidad de que los pacientes no cuenten con el recurso requerido.
Todo lo anterior lo solventaba el seguro popular de una forma eficiente que garantizaba que no se descapitalizara y sobre todo, que la atención se diera a los pacientes en cualquier etapa, ya fuera básica, de segundo o tercer nivel.
En Morelos se tienen registrados, de acuerdo a información oficial, servicios a decenas de miles de personas en el último año, cabe preguntarse, o mejor preguntarles, como les está yendo en este nuevo proyecto.
Sin duda falta sensibilidad para reconocer aquello que dió buenos resultados para mejorarlo, y sobre todo superar la predisposición de asumir que todo lo pasado estuvo mal; reconocer que en la función pública se tiene un compromiso ineludible con las generaciones que nos precedieron para conservar lo bueno, y con las que vienen para entregarles mejorado lo que se recibió.
Si no se asume tal compromiso, los resultados seguirán siendo magros y la expectativa de quienes tienen la esperanza de que todo mejore solo seguirá transformándose en desilusión.
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