Escala de Grises - Tres gramos de madre

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Tres gramos de madre

Después de que tres mujeres denunciaran ser víctimas de abuso sexual por parte de elementos pertenecientes a la policía, en la Ciudad de México se realizó una manifestación que llevó por nombre la etiqueta #NoMeCuidanMeViolan.

Se convocó a una marcha separatista (un contingente formado únicamente por mujeres al frente y otro por hombres en la parte de atrás) que tenía como objetivo protestar en contra de la violencia sexual hacia las mujeres y en contra de la inmunidad policiaca.

La ruta predeterminada inició en la Secretaría de Seguridad Ciudadana y terminó en la Procuraduría General de Justicia (PGJ). Durante el recorrido, las mujeres marchaban, agitaban pancartas y gritaban consignas, algunas realizaron pintas en el camino y, al llegar al final, otras manifestantes rompieron las puertas de cristal de las instalaciones de la PGJ.

En el entretanto, Jesús Orta salió a responder preguntas de algunos medios de comunicación y, mientras argumentaba que garantizarían la objetividad, recibió una cantidad considerable de diamantina rosa en la nuca y el cabello. “Estoy tratando de ver cuál es su problema y decirles que estamos de su lado”, alcanzó a decir el jefe de la policía mientras era escoltado dentro de la Procuraduría.

Mire usted, qué curioso. Al parecer Jesús Orta no sabía cuál era el problema, pero aquí tendré la amabilidad de poner las cartas sobre la mesa. En el último mes, cuatro policías violaron a una menor de edad en Azcapotzalco, dos policías violaron a una mujer en la colonia Tabacalera y un policía violó a una menor de edad en las instalaciones del Museo Archivo de la Fotografía. ¿No son razones suficientes para salir a las calles a exigir justicia?

Por su parte, la procuradora de justicia, Ernestina Godoy, publicó en su cuenta de Twitter que “no caerían en ninguna provocación y que ya se estaban abriendo carpetas para investigar los hechos [ocurridos en la marcha]”, porque “el diálogo necesita desarrollarse con respeto y sin ninguna forma de violencia en condiciones de paz”.

Momentos después, Claudia Sheinbaum salió a dar una conferencia de prensa cuyo mensaje principal fue el siguiente: “Querían que el gobierno utilizara métodos violentos, igual que los que ellos utilizaron y nosotros, por ningún motivo, vamos a caer en las provocaciones”. La jefa de gobierno utilizó esa última palabra —y sus derivados— quince veces en menos de catorce minutos.

Posteriormente, en la ronda de preguntas y respuestas se le cuestionó sobre cosas que poco tenían que ver con el motivo de la marcha. Que si los edificios tienen seguro, que si van a ponerle más seguridad a los funcionarios para que no les echen diamantina, que si ya detectaron el modus operandi de estas protestas… ¿En serio? Yo no sé a usted, pero a mí me preocupan mucho más los tres casos de violación que la diamantina rosa. ¿Por qué se le está dando mayor cobertura en los medios a la puerta rota que a las denuncias, entonces?

Durante su campaña, Claudia Sheinbaum argumentaba que una de sus mayores fortalezas era ser mujer. Se ha pronunciado en contra de la violencia de género y el acoso, ha promovido campañas como #AMíMeRespetas y ha declarado que “es tiempo de mujeres” en la ciudad y en el país; pero en momentos críticos, como lo sucedido el pasado lunes, cuando era tiempo de demostrar la representatividad de la que alardeaba, la jefa de gobierno se volvió un funcionario más en la nómina.

En lugar de salir a dar una declaración criminalizando la marcha, hubiera salido a hablar sobre las medidas que se están tomando para resolver estos casos; más allá de su repetitivo “no habrá impunidad ni fabricación de culpables”, que —en lugar de verse neutral— se vio muy tibio.

En el momento que se le cuestionó sobre la violencia de género, Claudia respondió que “eso es otra cosa” y que en el gobierno ya se están generando estrategias para erradicarla. A ver, hay un espectro que va desde el acoso en las calles o el transporte público, hasta los feminicidios. Por supuesto que las violaciones no son “otra cosa”, son parte del mismo problema.

Quitarle legitimidad a una manifestación de tal magnitud, llamándole “vandalismo”, condenar los hechos y argumentando que “esas no son protestas sociales, sino provocaciones” por intentar ser un gobierno neutro, termina por convertirse en un gobierno incompetente que sólo sabe cruzarse de brazos.

Cuando una niña de 17 años necesitaba llegar segura a su casa, cuatro policías (que debían cuidarla) la violaron. Cuando las mujeres salimos a protestar por ello, las autoridades nos criminalizaron. Cuando las mujeres necesitábamos una aliada, Sheinbaum decidió darnos la espalda.

Deslegitimar una serie de hechos que tiene como único objetivo exigir justicia para las tres mujeres y seguridad para las otras tantas que vivimos en la Ciudad de México parece sencillo de decir y de asimilar… Hasta que usted —si le queda el saco— decide tener una cantidad mínima de empatía y tres gramos de madre.

Ninguna de las mujeres al frente de instituciones tan importantes como el Gobierno de la Ciudad o la Procuraduría de Justicia mostraron una mínima indignación respecto a las tres denuncias mencionadas anteriormente, pero han abierto carpetas de investigación para una protesta que no buscaba ser cómoda para la opinión pública, buscaba ser visible.

Es que esa no es la forma” “¿Por qué no entablan un diálogo con las autoridades?” “¡No es necesario que pinten las paredes!”. Hace unos años, yo formaba parte de la lista de personas que utilizaban estos argumentos, que estaba en contra de cualquier disturbio, por más fácil de solucionar que fuera; hasta que comprendí que lo importante en movimientos como este, no es la pintura. Lo importante es que el espacio público y los lugares por los que transitamos todos los días sean un reflejo y un recordatorio constante de lo que vivimos todos los días.

Resulta risible que provoquen más enfado los daños superficiales a las paredes y la pérdida de una puerta de cristal que la violación de tres mujeres o el feminicidio de nueve mujeres al día. ¿No cree usted que deberíamos ordenar nuestras prioridades? Lo que debería molestarnos de manifestaciones como #NoMeCuidanMeViolan es el detonante, no los daños colaterales.

 

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