Cuando sea demasiado tarde… - El inicio del fin.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Tomando en cuenta los últimos seis meses, apreciado lector, ¿ha mandado usted a hacer el duplicado de una llave? Desde hace un par de años he notado que cuando uno manda a hacer el duplicado de una llave, es muy frecuente que la nueva llave no funcione adecuadamente. Es preciso hacer uso de un par de herramientas y 20 minutos del tiempo de uno para asegurarse de que la llave funcione adecuadamente. Poquito a poquito, la labor profesional de muchos trabajadores ha ido lentamente descendiendo al grado de que uno no puede mandarse a hacer unas llaves porque tendrá la certeza de que no podrá entrar a casa al final del día (que, así como están las cosas, mejor que ni uno sea capaz de entrar a la casa propia). De alguna manera, la calidad de los servicios y productos ha ido descendiendo paulatinamente, al grado de que comienza a volverse insostenible el mercado. ¿Ha ido usted al mecánico? Desde hace ya algunos años que llevo en el pizarrón de la memoria una colega a la que le cobraron cinco mil pesos por sustituir la turbina de su automóvil. El proceso de desmoronamiento de nuestra sociedad comienza a verdaderamente agarrar velocidad.
Platicaba la semana pasada con un colega al respecto de la ciudad de Puebla. ¿Hace cuánto no vas a Puebla, Gabriel? El año pasado llevé a mis sobrinos al zoológico que se encuentra en Valsequillo, y para llegar a tal destino es necesario circular por el periférico de la Heroica. ¿Has notado lo mucho que ha cambiado el panorama? Pues sí, su servidor residió en dicha ciudad durante la duración de mis estudios de licenciatura, hace ya unos veinte años (ay dolor ya me volviste a dar). En este tiempo, dicha ciudad ha erguido unos (a ojo de buen cubero) CUARENTA edificios nuevos. El “skyline” de la ciudad ha cambiado drásticamente, infiero que a la par de su desarrollo económico. Puebla es una ciudad de universidades, industria, y una gran actividad económica.
Hacemos fast forward a el año 2022 y nos sentamos a observar la ciudad de Cuernavaca. ¿Cuántos edificios se han erigido en el mismo periodo de tiempo? ¿Cinco? Estamos hablando de edificios de por lo menos veinte pisos, de esos no hay ni uno (aunque tenemos que considerar los sembradíos de casitas de una sola habitación construidas a las orillas de la ciudad que jamás se pudieron vender). Inmediatamente me viene a la mente la noción de que Cuernavaca yace sobre una zona de fuerte actividad sísmica, pero ¿no lo está también la ciudad de Puebla? Hace muchos años viajé a la ciudad de Santiago, en Chile, a realizar las prácticas de un diplomado que cursé, que precisamente trataba de temblores y edificios, entre otras cosas. Resulta que todo el país de Chile se encuentra sobre una zona de fuerte actividad sísmica y volcánica, muy similar a la región centro del país. Le invito, apreciado lector, a mirar fotografías del panorama arquitectónico y urbano de la capital de dicho país.
¿Por qué vivimos en una ciudad cuyo más reciente desarrollo económico se debe principalmente a la corrupción de la familia del desgobernador anterior? Además, hay que tomar en cuenta el deplorable estado en el cual se encuentran los departamentos de Averanda, tengo entendido que el agua no sube y el drenaje se regresa. La infraestructura en Cuernavaca, ya sea vial, comercial, industrial o de residencia, es mediocre (por ponerle una palabra amable). Vamos, no es la primera mención que hago al respecto de la pintura de las calles. Recientemente pintaron algunas de las banquetas de la zona aledaña al mercado Adolfo López Mateos, y eso porque dicha acción tiene el específico propósito de poner orden entre los vendedores ambulantes. Si no fuera por eso, Cuernavaca es el paraíso de las fugas de agua, la cinta asfáltica colapsada, la pintura de las calles entre el sueño de los justos y un nulo crecimiento económico perceptible en los últimos 20 años.
No critico al actual presidente municipal, a penas lleva unos meses en el cargo y el municipio arrastra las consecuencias de sus últimas 5 gestiones (aunque tampoco lo estoy defendiendo). El problema no es una persona, lo somos todos. La calidad mediocre (en el mejor de los casos) en el trabajo se ha vuelto la norma en casi todos los gremios. Entre los meseros que te ponen propina de más en la tarjeta y los valets que te revisan el coche a ver con qué se quedan, hasta los diputados que no cumplen con los requisitos para ser suplentes y el gobernador que preferiría ser director técnico de un equipo de futbol de primera división, dígame usted, apreciado lector, ¿cómo va a estar Cuernavaca dentro de 20 años?
Por lo pronto más de lo mismo, parece que el coronavirus ya fue, los accidentes de tránsito (tanto sobre el libramiento como sobre las vías intra-urbanas) de a dos por día, y los más de 5 muertos diarios que estamos teniendo en el glorioso estado de Morelos. Así que abrace fuerte a los suyos y si no tiene a qué salir le ruego que no lo haga porque Cuernavaca no ha muerto, a ver si no termina siendo pueblo fantasma para 2030.