Caricatura Política - De 3 a 8 mil pesos la multa por tirar basura fuera de horario
En opinión de Sergio Dorado
El H. Ayuntamiento de la ciudad de Cuernavaca abre el telón 2020 con un programa de limpieza pública de primer mundo, el que, entre otras cosas, aliviará las finanzas de la ciudad capital en grado superlativo, lo que es económicamente alentador a tres días de estrenar un nuevo ciclo de vida. Y es por eso que en vez de iniciar el año deseando a usted, estimado y único lector, los parabienes óptimos tanto para usted mismo como para sus muy apreciables seres queridos, se hace indispensable empezar el 2020 honrando a la basura municipal que le caracteriza.
Si pasa que usted cuenta con una familia que normalmente no se encuentra en el hogar durante el día, ya bien porque ambos cónyuges trabajan o bien porque los hijos estudian o son “ninis” callejeros, se hará inevitablemente acreedor a la sanción por emporcar flagrantemente la ciudad fuera del horario de recolección, si es que usted apila sus residuos a cielo abierto y sin consideración alguna del medio ambiente. Sanción que, por lo demás, fluctúa entre los 3 y los 8 mil pesos de multa.
Aun cuando falta que el H. Ayuntamiento precise la fluctuación entre los montos mínimo y máximo de la sanción, es de suponerse que el kilogramo residual será la unidad de medida que determinará la oscilación entre los extremos. Así, por ejemplo, si la sanción fuera de 3 mil pesos por cada viaje de 10 kg., y usted comete el ilícito dos veces por semana, su cuota impuesta se incrementará a 6 mil pesos semanales. Y a sabiendas que el año cuenta con 52 semanas, y que usted es además un sujeto previsor, habrá de pagar únicamente 312 mil pesos anuales.
Evite desde luego llegar al tope de la fluctuación, pues si en vez de arrojar los 10 kilos de “miércoles” diarios, tira usted 26 kg., cometiendo el ilícito ambiental dos veces por semana, estará erogando 16 mil pesos semanales, lo cual a razón de 52 semanas, incrementará el monto de la multa a 832 mil anuales, lo cual si ya duele en el bolsillo, ¿no es cierto?
Por otro lado; es decir, por el lado del municipio, y a sabiendas que éste está en quiebra, la medida del H. Ayuntamiento es una salida viable para el bache económico que vivimos los guayabos, porque si acaso mil familias cometieran el mismo delito ambiental, a razón de 3 mil pesos mínimo por 10 kg, la “recaudación” anual ascenderá a 312 millones de pesitos. Ah, pero si el cálculo se hace a razón de 8 mil pesos por kilo, el fabuloso ingreso municipal anual alcanzará los 832 millones de pesos.
La sociedad menos seria, sin embargo, se dobla de contento y recuerda que esta ocurrencia fue originalmente ingeniada por el priista Jorge Morales Barud, siendo entonces presidente municipal de la guayaba eterna. La vigilancia estricta que prometió tanto el priista como el edil de hoy, fue y será prácticamente inexistente, pues si ésta no alcanza para vigilar y sancionar al crimen organizado, mucho menos para ver quién tira más caca pública. La efeméride nos trae el recuerdo de que solamente un ciudadano fue sancionado en el tiempo de Jorge Morales Barud, lo que indudablemente significa -extrapolando el pasado al presente- que el H. Ayuntamiento actual sumará en sus arcas un total de 3 mil pesos con el mismo cochineroresidual resultante. (Como buen deseo de guayabo fiel, ojalá llegue a los 6 mil para presumir progreso graficado).
En el tiempo de Jorge Morales Barud se le advirtió que el programa fracasaría (y fracasó), pues para la sociedad moderna, en múltiples casos, le es imposible mantener un miembro familiar previsor para cumplir con el proyecto de marras.
Para que un sistema de recolección de basura pública funcione se requiere considerar las necesidades de la gente, que es atodas luces a la que los empleados públicos debieran servir con eficiencia, y no al revés, como con frecuencia se piensa. Los contenedores de desecho público funcionaron bien cuando alguna vez se usaron en la ciudad, porque éstos no tenían horario ni fecha en el calendario, pero gracias a la negligencia o nulidad municipal que los dejó rebosar de mierda y otras putrefacciones inherentes a su gestión, a alguna ilustre mente municipal se le ocurrió declararlos ineficaces e inventó el sistema de horarios.
De cualquier forma, estimado, amable, fino y único lector que como su eterno servidor adora la ironía, mi más caro deseo de parabienes y bendiciones laborales y familiares para este 2020, que pinta igual o peor que los años anteriores en términos de basura y otras consideraciones impunes de la guayaba putrefacta.
¡Un abrazo osezno apretado con cariño!