Árbol inmóvil - Silencio y Samir

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Silencio y Samir

Samir Flores Soberanes fue un activista que se opuso a la termoeléctrica de Huexca. Cuando salía de su hogar, en Amilcingo -en una madrugada susceptible hacia el patíbulo-, recibió unas ojivas que le produjeron la muerte. Entonces, el presidente Andrés Manuel López Obrador no mostró nada (al contrario, se aferró al proyecto). Los vocablos que profirió, se hicieron efímeros. Del mandatario local… Sin comentarios. Silencio.

            De la tensión, sobrevino el silencio y, hasta cierto punto, el olvido. Todo se volatiliza en estas tierras insensibles, donde hay un dejo solariego y una inmundicia incesantes. Los tres poderes son receptáculos de la miseria humana. Algo peor: el escenario coyuntural (que emerge de los medios de información) está ahí sólo para contribuir a la evanescencia. Sus hacedores son agentes del olvido, en su batracia sumersión por “ganar” la disputa mediática. No tienen ni idea.

            La consulta, como suele acontecer, resultó positiva. Se dio énfasis a la materia, no a la persona (arteramente asesinada). El recuerdo de Samir no se va a evaporar, mientras el silencio no se hacine en las bocas inútiles de la burocracia.

            Ante el suceso, los activistas desincentivaron el mutis. Los reclamos de aquél eran auténticos. Y no es posible que, en algún instante, lo vincularon con algún grupo criminal. Qué tropelía. La misión de las autoridades, al margen de esto, es ir en pos de la verdad, encabezando una pesquisa exacta libre de prejuicios y debilidades.

            Me pongo del lado de los activistas; es decir, en el sentido de que el homicidio tiene la intención de amedrentar. No hay otra. Empero, el boato sigue la línea rectilínea siempre: se genera el miedo; ergo, el aliento se renueva.

            El fiscal al servicio de Graco Ramírez, Uriel Carmona, asoció el asesinato con la ola delincuencial. López Obrador llegó a una conclusión peor aún: se pretendía boicotear su superflua e ilegal consulta. Éste presenta una similitud con el gobernador: la crítica es inadmisible… Casi aciaga. El oficio les queda amplio, porque no pueden otear la auténtica demanda (la prístina): la convivencia.

            A Samir ya lo habían amenazado desde que era fundador de una radio comunitaria. Desde ahí (en esa diminuta ventana), hizo su trabajo reporteril en contra de la termoeléctrica. Supo utilizar la atmósfera en que se desplaza el mensaje de interés colectivo. Además, se opuso al gasoducto (otro peligro inminente para la zona).

            La transición política no existe. No es tal. Está estigmatizada por los mismos vicios. PRI, PAN, Morena son lo mismo. El hombre se corrompe y queda impune en la misma habitación.   

Al final, todo se olvidará en el desierto de la tecnología. Tiene razón Xavier Velasco: lo que acaba de ser, se irá hacia el olvido, con el apoyo de la globalización. (Nadie pone orden a lo meramente inercial). En este instante, la desmemoria se acentúa, porque la marea septentrional de la fruslería cada vez encuentra más cabida en el pensamiento. El tiempo no olvida…

Samir: ¡mira lo que propicio tu muerte! Unos te toman como estandarte; otros (los innecesarios), como un elemento para “seguir combatiendo” al crimen. Estos últimos, sin ambages, son entes metódicos de la insulsez.

Son anatemas de palabreo, sin más. Sus elucubraciones tienen su alumbramiento en la demagogia. Se mueven, detenidos, como un díptero. Tienden a reproducirse sin cesar.

 

IMPOSICIÓN

            En el mundo de las connotaciones, una imposición es un juicio que no admite un proceso de evaluación. Como está sucediendo en el Congreso. Los petistas dijeron que los órganos de control serán para dos mujeres. ¿Cosas buenas que parecen malas? La sucesión aguarda…  

 

ZALEMAS

            El desdén de la muerte, cuando su herrumbre se enaltece en la pared ilusoria. El sol se ensombrece en las laderas de la nada, donde no hay árboles… Sólo se divisa un desierto oscuro, como tus labios o manos. Así, no se puede concebir la necesidad de guardar silencio, en las postrimerías de la nula perdurabilidad.

            En “Acabar con todo”, Octavio Paz dice:

Dame, llama invisible, espada fría,

tu persistente cólera,

para acabar con todo,

oh mundo seco,

oh mundo desangrado,

para acabar con todo.

            Sí. La ansiedad (que se opone al denuedo espiritual) sólo admite una decisión: el exterminio. No hay un subterfugio… Y el vate continúa:

Arde, sombrío, arde sin llamas,

apagado y ardiente,

ceniza y piedra viva,

desierto sin orillas.

            El atardecer, sin tus caricias, es como un acróstico en blanco; sin vocablos enlazados, ni armonía. (Hasta el siguiente jueves…).