Escala de Grises - Futuro próximo
En opinión de Arendy Ávalos
El pasado domingo, se dio a conocer el informe técnico correspondiente al día 49 de la Jornada Nacional de Sana Distancia en el país. En la conferencia, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, dio a conocer las cifras actualizadas de los casos confirmados, sospechosos, negativos y activos.
Una de las noticias más impactantes, derivadas del informe diario, fue que México cerraba la semana con más muertes por COVID-19 desde que el virus llegara al territorio. La Ciudad de México y Baja California encabezan la lista de defunciones.
Cuando se le preguntó el panorama que le espera al país a finales de año, el funcionario recordó que debemos prepararnos para una epidemia larga. Lo anterior, implica que “la velocidad a la que disminuya la epidemia puede ser más lenta que la velocidad a la que ascendió”, afirmó.
Otra de las notas importantes derivadas del día fue la declaración de López-Gatell, respecto a la situación que podría presentarse los próximos meses, cuando la temporada de influenza y el otoño lleguen. “Cuando venga octubre, puedo garantizar que llegará la influenza. La sospecha creciente es que también se presenten rebrotes de COVID. Dado que [ambas enfermedades] se presentan de manera semejante, eso podría representar un reto adicional”, respondió.
Aunque podría parecer prematuro o no, hay que contemplar el problema desde ahora, desde diferentes perspectivas. Se deben implementar estrategias dirigidas al personal de salud para que, de este modo, se puedan generar protocolos para diagnosticar, atender y tratar ambas enfermedades.
Del mismo modo, se deben crear campañas de concientización con el objetivo de que la población identifique muy bien la diferencia de síntomas entre influenza y coronavirus, para que eviten automedicarse y, para que, de presentar la última, tomen las medidas de precaución necesarias en sus actividades diarias.
Los retos a los que nos hemos enfrentado en los meses recientes aumentarán, paulatinamente, conforme nos acerquemos a la “normalidad”. La sociedad y las autoridades correspondientes debemos contemplar todos los aspectos de la cotidianidad que se verán [aún más afectados] cuando podamos salir a la calle otra vez.
La pandemia ocasionada por el virus SARS CoV-2 nos ha permitido ver las deficiencias que tenemos en el sistema y nos ha provocado, además de ansiedad e incertidumbre, preocupación por lo que sucederá en el futuro próximo. ¿Cómo será la dinámica en el transporte público? ¿Cuáles serán las medidas que se implementarán en los empleos y escuelas? ¿Qué recomendaciones seguirán las tiendas departamentales? ¿Cómo funcionarán los museos, parques y cines? Por poner algunos ejemplos.
Aunado a esto, contemplemos lo siguiente. Quienes hemos tenido el privilegio de poder permanecer en casa, y hemos seguido las recomendaciones proporcionadas por la Secretaría de Salud, estamos en un ambiente controlado.
Al tener la posibilidad de lavarnos las manos constantemente, tener limpios y desinfectados (en la medida de lo posible) los espacios y aparatos que usamos constantemente, al no salir a la calle y al evitar convivir con otras personas, estamos muy cercanos al término estéril; es decir, estamos libres no sólo del COVID-19, sino de los otros tantos que están del otro lado de nuestra puerta.
¿Qué significa esto? Que, cuando termine la cuarentena, estaremos más propensos a enfermar si —y sólo si— no continuamos con la rigurosidad higiénica que mantenemos hasta ahora. Ojo, esto no lo escribo con el fin de provocar pánico colectivo entre quienes me leen, lo escribo porque me parece relevante que comprendamos la importancia de no bajar la guardia.
La mejor madre es aquella que es madre lo mejor que puede
Luego de responder los cuestionamientos de la prensa, cambió el formato de la segunda mitad de la conferencia. Después de proyectar un audiovisual realizado por el Instituto Nacional de las Mujeres con motivo del Día de las Madres (cuya frase final le da título a este apartado), se mostraron videos cortos con las preocupaciones respecto a la pandemia de madres de familia.
Las dudas abarcaron situaciones diversas. Entre ellas, la situación bajo la que se encuentran las familias monoparentales, los anticuerpos transmitidos en la leche materna, las estrategias que se pueden implementar para quienes tienen alguna discapacidad motriz, el esquema básico y la jornada de vacunación.
También se cuestionó al subsecretario sobre las dificultades a las que se enfrentan quienes hablan una sola lengua (que no es español), el grado de vulnerabilidad para quienes toman algún tipo de psicofármacos, los impactos en la salud mental que tendrá el confinamiento, las estrategias para prevenir el acercamiento social; la posibilidad de una segunda cuarentena, a qué hospital podrían acudir en caso de alguna emergencia y si las mamás profesionales de la salud deben aislarse de sus hijos.
Abrir el micrófono para que las personas con diferentes formas de vida expresen sus preocupaciones significa ampliar el panorama, no sólo para el personal de salud; sino para el resto de la población que, por alguna razón, no ha contemplado esas otras formas de vivir e, incluso, esas otras formas de maternidad. Poner un pie fuera de nuestra burbuja de privilegios es dar el primer paso hacia la empatía.
La recomendación: Mientras las niñas duermen forma parte de Tsunami (la antología que le recomendé hace algunos meses). Este texto de poco menos de 40 páginas es un extracto del diario que Daniela Rea ha estado llenando por cuatro años y que expone las diferentes aristas que componen la palabra mamá. “Imperdible”, “tremendo” y “brutal” son algunos de los adjetivos que puedo usar para referirme a él.
Caminemos de la mano:
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