Violencia y machismo: Algunas reflexiones
Alejandro Cruz Solano en Cultura
La victimización de la mujer a la violencia puede iniciar en los roles, no lo afirmo, lo reflexiono. Hay una fuerte socialización de atribuir roles a las mujeres con el fin de inhibir algunos comportamientos a fin de que estos sean controlados generando atributos de dependencia, sensibilidad, sumisión, etc. Contrario a los hombres donde el ejercicio de la violencia se premia y se respeta, se refuerza así, una masculinidad que tarde o temprano hará uso de ese rol producto de una creencia y socialización. ¿Cuál es la definición de la violencia? ¿Cómo se legitima? Como mi formación es ser un profesional de la psicología, entonces partiré de que la violencia puede tener múltiples definiciones; así, se puede decir que la violencia es un rasgo de personalidad, un proceso biológico, un reflejo estereotipado, un hábito aprendido, un instinto, un tipo observable de respuestas, o como una reacción física y verbal (así lo señalan algunos autores como Parke y Slaby, 1983, entre otros.). Si retronamos al papel de los roles, sugerimos indicar que este (el rol) no es otra cosa que un patrón de acción preestablecido por el medio del cual las personas se inscriben en lo social. El papel social se refiere pues, a un comportamiento delimitado desde un punto de vista normativo o que responde a ciertas demandas sociales, asociadas a una posición dada en el sistema social (Sarbin, 1968). En ese sentido, cada rol es asignado por la sociedad marcando una profunda diferencia entre los roles masculinos y los femeninos. Por esa razón, el papel que juega la mujer y el hombre en la sociedad no son productos biológicos, sino culturales, el género es cultural. Un ejemplo podría funcionar a la hora de observar los roles que juegan las mujeres en las telenovelas (TV), representa estereotipos, esquemas de pensamiento, creencias sobre la mujer, lo que implica la formación no solo de esos estereotipos sino también de comportamientos que van a influir en la percepción que tenemos de las mujeres. Esas percepciones (esquemas o estereotipos) suelen tomar valores diferenciados marcados por actitudes, rasgos de personalidad, conductas de rol, caracteres físicos y comportamientos que son los que originan una forma de tratar y de educación hacia los demás, en este caso, a las mujeres. La importancia de la educación juega un papel fundamental, en la forma en como eduquemos está la manera en como tratemos, un hombre a quien está acostumbrado a un lenguaje sexista o discriminatorio no refleja otra cosa más que una percepción o esquema de lo que significa para él una mujer. Experiencias terapéuticas me han enseñado que a la hora de una discusión en una pareja, lo primero que aparece en la escena es un ejercicio por el poder (tener la razón) sea de un lado o del otro. Esto tiene que ver con el papel que desempeñen en la familia, en el caso de una tradicional la persona más dominante es altamente autoasertiva y toma decisiones, mientras que la subordinada las acata o se acomoda a estas decisiones. Es fundamental educar contra el sexismo, entendido a este como un esquema, percepción, creencia y conducta en el que el mundo se divide en sujetos y objetos, esta división, lo dije ya en otras publicaciones, donde la mujer no vale como sujeto de acción, sino como objeto de deseo masculino; educar entonces es dejar de mirar a la mujer como objeto o como madre (figura biológica que culturalmente se dedica a cuidar a los hijos) y empezarla a mirar como alguien que se sale del orden de los sexos para construirse como mujer, es así como se convierten en visibles.