Serpientes y escaleras - ¨Me la pelan¨
En opinión de Eolo Pacheco
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La expresión vulgar del exgobernador resume su personalidad y forma de ver las cosas
“Me la pelan”
Cuauhtémoc Blanco es uno de los deportistas más populares de los últimos años: sus logros en el Club América y sus actuaciones en la selección nacional lo convirtieron en un personaje querido por muchos, por eso Morena lo invitó a participar en política. Su fama es el tesoro más grande de un hombre al que le interesan muy pocas cosas, que casi nada toma en serio y cuya frase característica dentro y fuera de la cancha siempre ha sido “me la pelan”, bajo la presunción de que siempre gana. Tal vez hoy sea diferente.
La percepción es fundamental en casi todos los aspectos de la vida, es el filtro que conduce la información que recibimos y la base que construye nuestra realidad. Tanto para instituciones como para personas, sobre todo aquellas que viven de su imagen, la percepción moldea la opinión pública y dependiendo de cómo se mueva, presiona a las instituciones.
Sirva esta reflexión para contextualizar el momento que vive el exgobernador: su lucha no es contra una denuncia que lo señala por cometer uno de los actos más deleznables del ser humano; es contra la percepción que este hecho deja sobre su persona, familia y seguidores. Explico:
A Cuauhtémoc Blanco lo invitaron a participar en política por su fama: era claro que no sabía nada de administración pública, que su formación académica era limitada y que su personalidad iba a ser un reto permanente. Pero atraía votos.
Como jugador y como político Cuauhtémoc Blanco siempre ha estado en medio de polémica, en innumerables ocasiones lo vincularon con figuras de la delincuencia organizada y siempre se escudó con su fama: “me tomo fotos con muchas personas porque me lo piden”. Lo mismo pasó en los escándalos personales que vivió como jugador, en sus relaciones de pareja, en las acusaciones de violencia de género y las francachelas que organizada o en las que participaba: “me inventan cosas por mi fama”.
La personalidad de Cuauhtémoc Blanco es públicamente conocida: en la cancha se peleaba con los rivales, hacía señales obscenas al público, retaba a los técnicos rivales y se burlaba de la condición física de los árbitros. Fuera de la cancha era igual de bellaco: se caracterizaba por su falta de educación, por sus arranques violentos y en los últimos años, dicho por Hugo Eric Flores en una conferencia de prensa, por su afición al alcohol, a las prostitutas y a las drogas.
Cuauhtémoc Blanco fue siempre una bomba de tiempo en el gobierno, su incapacidad profesional se combinó con el desprecio que tenía hacia todo lo desconocido y su arrogancia que se resumía en su frase favorita: “me la pelan”.
“No le importa nada” me comentó hace un par de días un excolaborador del gobernador, alguien que lo conoce muy bien desde hace muchos años y que presenció las cosas que hacía en el gobierno. Está confiado que nada le va a pasar porque el viejito (sic) lo cuida y la presidenta tiene que obedecer; le vale madre todo lo que digan de él porque no lee y solo dice que se la pelan (sic), afirma el exfuncionario. “Ya viste que quitaron al fiscal que pidió mi desafuero” presume el diputado federal a sus amigos cercanos.
El que vemos no es el primer escándalo en el que está envuelto el exgobernador y seguramente no será el último, es un personaje blindado por la fama y la ignorancia, con la fortuna de ser protegido del expresidente Andrés Manuel López Obrador y la seguridad que le da ser un referente de la cultura popular contemporánea.
Pero precisamente por ser quien es las cosas se le están yendo de control: como gobernador fue cuestionado durante seis años, pero aún así los comentarios en las redes sociales eran favorables a él; Incluso cuando se difundió su fotografía al lado de líderes criminales en el timeline de lo que se hablaba era de sus goles, de sus anécdotas, del golpe que propinó a David Faitelson, de sus novias y de los eventos deportivos o sociales en los que participaba.
Las denuncias que interpuso el gobierno de Margarita González Saravia no lograron trastocar su imagen, ni cambiaron su relación con figuras públicas y medios de comunicación. A pesar de que la ASF le observó 4 mil millones de pesos y el gobierno actual interpuso varias demandas por malos manejos, a Cuauhtémoc Blanco lo invitaron como comentarista en la final de futbol y aparecía en entrevistas con muchas personas.
Pero la denuncia por intento de violación a su hermana está pesando más que los señalamientos por corrupción o los vínculos con delincuentes: este tema está cambiando rápidamente la manera como lo ve la gente y provocando un desgaste acelerado de su fama. Quien revise el timeline de Cuauhtémoc Blanco comprobará que ya dejaron de recordarse sus hazañas deportivas, las frases de apoyo y los comentarios que lo destacaban como jugador. Hoy sus seguidores guardan silencio.
En lugar de ello lo que se leen son reclamos por su actitud y adjetivos por la presunta violación. Y no me refiero a lo que publican los medios de comunicación, sino al posteo de la gente: quienes lo recordaban como una leyenda del futbol y uno de los mejores jugadores que ha tenido el equipo América en su historia ahora guardan silencio o lo cuestionan por la acusación de su hermana.
Por cierto: desde que se hizo pública la denuncia por presunta violación, ya no ha acudido como invitado a los partidos de fútbol, ni se le ve en entrevistas a modo en programas de televisión o con influencers. Parece que nadie quiere tenerlo cerca en este momento.
El bien más preciado para Cuauhtémoc Blanco es su fama y eso es justamente lo que está perdiendo. El tiempo, las autoridades y los actores políticos decidirán si la denuncia procede, lo que ya no está en manos de nadie, ni de Morena, ni del congreso federal ni del expresidente, es la percepción pública.
Para muchas personas el exfutbolista es culpable de lo que se le acusa, su historia de vida y su personalidad juegan en su contra porque aunque ni él ni su hermana han aportado pruebas fehacientes de sus dichos, la palabra de ella tiene más peso que la de un hombre que siempre ha estado inmerso en escándalos.
Puede ser que por decisión política Cuauhtémoc Blanco no sea llamado a cuentas, pero aún si eso ocurriera, el juicio colectivo y la percepción pública ya lo considera culpable.
La fama del futbolista se está apagando.
· posdata
La buena: después de años de lucha, finalmente el fiscal Uriel Carmona fue removido del cargo; su salida obedece a diversas circunstancias, aunque el punto de quiebre fue la protección a un feminicida. Carmona Gándara era operador de Graco Ramírez, controlaba diputados, utilizaba la fiscalía como plataforma política y dicen, para proteger a delincuentes. Su salida se combinó con la solicitud de desafuero al exgobernador, situación que ha generado polémica y lo victimiza. En su lugar llega un hombre decente, un abogado profesional, una figura que sin duda será garante de justicia y derecho.
La mala: precisamente porque dos hechos llamativos coincidieron en tiempo, lo que predomina en el debate público es que al fiscal lo removieron por tratar de enjuiciar a un personaje “poderoso” de Morena. En la narrativa no destacan los motivos que provocaron la remoción del fiscal y muy pocos recuerdan su complicidad con los asesinos de la joven Ariadna Fernanda. Como Cuauhtémoc Blanco es una figura pública de fama internacional, lo que sobresale es el señalamiento de su hermana por intento de violación y la presunta protección que recibe de su partido.
La peor: la fama que durante años fue aliada del futbolista ahora juega en su contra, en contra de Morena, en contra de la presidenta y en contra de la gobernadora; precisamente por ser alguien famoso la historia está lastimando severamente a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la gobernadora Margarita González Saravia y a su partido. Casi todas las columnas que hablan del tema y prácticamente todos los comentarios que se hacen en las redes sociales son en contra de la 4T, se les acusa de proteger a un violador y traicionar la máxima de “llegamos todas”. El tema está escalando muy rápido, la opinión pública ya juzgó a Cuauhtémoc Blanco y si Morena impide que el proceso avance, el descrédito será muy grande.
· nota
El escenario para el nuevo fiscal no es sencillo desde ningún ángulo: en las primeras horas como titular de la FGE sucedieron múltiples hechos de violencia que ahora caen bajo su responsabilidad; a la par de ello, desde México hay mucha presión por el tema del exgobernador y conforme avancen los días la presión aumentará, porque los resultados en materia de seguridad no son fáciles de alcanzar.
Edgar Maldonado es un hombre decente, una figura cercana a la gobernadora y el tiempo dirá si también es un buen fiscal. El abogado está entrando a un terreno que desconocía, donde la decencia no basta y las complicidades están más allá de lo que se alcanza a ver a simple vista; si falla, su carrera en el servicio público terminará muy rápido.
Lo primero que debe ganar el nuevo fiscal es tiempo para tomar las riendas de la institución, para poner orden en la oficina y dimensionar el tamaño del problema en el que se metió.
A Edgar Maldonado hay que apoyarlo porque nos conviene a todos. Necesita, además, un acompañamiento de medios para que la presión mediática no lo agobie.
· post it
Con la elocuencia que lo caracteriza, Juan Salgado habló de la gobernadora y la forma como está ejerciendo el poder, en el marco de la celebración de la constitución:
“… Margarita González Saravia ha acreditado en los meses y días que lleva al frente del poder ejecutivo que es una gobernadora de “a deveras”, con sensibilidad social, con reciedumbre de carácter y firmeza de convicciones, atributos indispensables para ejercer la autoridad que conlleva merecer la confianza, el respeto y la credibilidad del pueblo en su gobierno y en sus instituciones.
… Tenemos un gobierno decidido, encabezado por su gobernadora, a combatir la inseguridad, a combatir la impunidad y a combatir la corrupción, en todas sus formas y manifestaciones y a quien incurra en actos de corrupción, tope donde tope y trátese de quien se trate.
… Las circunstancias nos llaman a cerrar filas en la defensa y consolidación del estado de derecho y de un estado fuerte, con una sociedad poderosa y participativa, unidad entre todos los morelenses y las morelenses, unidad con todos los presidentes municipales, con todas y todos los legisladores, unidad en el gabinete y sentido de compromiso.
… Con nuevas formas de ejercer el poder y de ejercer la autoridad se está avanzando; esta unidad no se da ni se dará por decreto, sino privilegiando el interés supremo de la sociedad, del pueblo, por encima de intereses personales o intereses de grupo y en muchos casos prescindiendo del amor propio.
… Sólo acreditando responsabilidad, honestidad y sentido de compromiso en el combate a la inseguridad, a la corrupción y a la impunidad, al amparo de nuestra carta magna y en cumplimiento a nuestra constitución, podremos ser merecedores de la autoridad que el pueblo nos ha confiado.”
· redes sociales
Frente a la oleada de violencia, los alcaldes se deslindan de su responsabilidad echando la culpa al estado, porque es quien conduce la estrategia de seguridad a través del Mando Coordinado de Policía.
Cuando estaba Uriel Carmona como fiscal, la culpa se repartía con él, achacándole falta de resultados, complicidades e incapacidad.
Hoy todo el esquema de seguridad está bajo el mando de la gobernadora: la estrategia, el secretario y el fiscal; ya no hay a quien echarle la culpa.
Y los muertos se siguen acumulando.
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