Secreto a voces - Cuando comer era un acto alejado del poder (10)
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
De acuerdo a Coulanges (2011), el acto de comer era una forma de establecer vínculos espirituales consigo mismo, con otros seres humanos, la naturaleza y el universo místico. El consumo de comida, el acto de comer, a pesar de que se pude deducir la existencia de diferencias al interior de familias, fratrías, tribus, confederaciones y comunidades, era un motivo para establecer lazos de armonía espiritual individualmente, en el ámbito social y del grupo humano con el universo, así como de solidaridad interna ante el enemigo que podía venir a su encuentro o al que se buscaba con el propósito de dominar. La comida y el acto de comer, son fórmulas para establecer vínculos entre Dios, la familia y la comunidad. Las casas tenían un altar en donde se sacrificaba a las víctimas; era el lugar en el que se pedía perdón y protección. Lo mismo ocurría en el “afuera”, en donde fiesta y comida servían para enlazar a los miembros de la ciudad agrícola con sus dioses y fortalecer los compromisos entre los miembros de una misma comunidad. No había acto sin consulta a los dioses, festejo y comida. Ahí se forjaba la identidad y los compromisos de solidaridad y apoyo mutuo durante la guerra o ante cualquier dificultad por venir.
La identificación con “Dios” era a la vez una manera de incrustarse en el universo. Los vínculos con esa figura mística se encontraban en el adoratorio, en los sacrificios, en el fuego, en las aves que comunicaban con “él” o “ellos”. Sentir a esa figura divina era un momento especial, que correspondía a cada cual encontrarla, y esto ocurría justo cuando el hombre y la mujer eran poseídos por un pensamiento recto. Este último, le permitía al sujeto humano encontrar la paz y la tranquilidad. Para quedar bien con ellos, y previo a las plegarias, se hacían sacrificios, se derramaba vino en su honor, y entre esas cosas los alimentos que más se apreciaban. En aquel entonces, la guerra también era un medio para la paz y la garantía de poder comer lo que se cultivaba, una manera de protegerse para comer y vivir. No obstante que es posible apreciar en los discursos elementos ideológicos, durante mucho tiempo, para los grupos que antecedieron al imperio romano: “... la guerra sólo fue para nuestros antepasados un medio de garantizar la paz, la libertad y la seguridad de sus aldeas y de sus familias, así como la certeza de que ellos mismos cosecharían el trigo que habían sembrado en sus campos” (Grimal, 1999: 19).
En la actualidad, existen algunas experiencias que se asemejan a ese pasado con resultados sorprendentes. Un reportaje publicado por Buettner(2005), titulado “Thesecretsoflonglife”. Se destacan tres comunidades distribuidas en diferentes lugares del mundo en Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón) y Loma Linda (Estados Unidos).Las personas viven una vida larga y saludable, situación que difícilmente se puede encontrar en otras partes del mundo. La población de estos lugares goza de un promedio de vida que supera los 100 años tomando en consideración a la mayoría de sus miembros.En otros casos está por encima del nivel promedio de vida del país del al que pertenecen, y viven con menos enfermedades comparado con las que aquejan a la población adulta en otras partes del mundo. Esas comunidades cuentan con grupos de hombres y mujeres que cercanos al centenario de vida, están en plena actividad física y mental.
Todas las familias comparten aspectos en común, como la convivencia familiar, los lazos familiares, redes sociales de amistad y apoyo. Comen en familia y comparten su tiempo conviviendo familiarmente. Pasan una parte del tiempo conviviendo con amigos con quienes se reúnen por las tardes así como con la familia, tienen una vida relativamente apacible, la comida es en parte preparada por ellos y otra es adquirida. En algunos casos está muy influenciada por la comida mediterránea como es el caso de la isla de Cerdeña (Italia); poseen una vida espiritual especial como los grupos adventistas de Santa Clara (California, EU); al aire libre, en áreas montañosas (Okinawa), que el pasado fueron áreas de refugio durante la guerra.
El acto de comer, entendido como un acto fraternal y humano, es parte de una sociedad en la que los valores instrumentales están en constante pugna con una sociedad que preserva antiguas concepciones. Comer no es satisfacer el hambre sino hermanarse socialmente hablando, una de las vías para enderezar la conducta hacia un idea de perfección humana, ideal que sirve de guía a la humanidad, como diríanAdorno y Horkheimer (1969).Por supuesto, la relación humana no es solamente en sólo sentido: comer. Los humanos construyen su propio orden social y cultural:
Que una persona viviera con hambre, entre los incas, se castigaba al causante de esa condición entre los integrantes del grupo.