El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (novena parte)
En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara
Dando continuidad a nuestra Breve Historia de la Medicina, y presentando su expresión en la cultura Inca, debo decir que los encargados de atender la salud lograron distinguir una serie de padecimientos a los que asignaron denominaciones propias, cabe destacar que los curanderos tenían como misión diferenciar causal o etiológicamente los diferentes tipos de enfermedades dado que, si la causa era atribuida a un designio sobrenatural, nada podía hacer ante la “voluntad de los dioses”.
Por ejemplo, denominaban Jani a un cuadro caracterizado por la pérdida temporal del dinamismo corporal: “se presenta diarrea, hipotermia, excesiva secreción salival y otras alteraciones” y, pensaban los curanderos, que era causada por un probable envenenamiento o intoxicación. En estos casos sí podían intervenir con prácticas herbolarias. Otra enfermedad era el Shucaqui el cual es un trastorno psicosomático causado por un sentimiento de culpa; en estos casos el tratamiento era más de escucha y asesoría (lo que hoy algunos considerarían psicoterapia); este trastorno se manifiesta, según los curanderos Incas, con intensos dolores de cabeza y abdominales, vómito y diarrea incontenible.
Otras enfermedades de las que hablan los Incas incluyen la epilepsia, la sífilis, la neumonía, catarro, anginas, alopecia, bocio, asma, conmoción cerebral, cataratas, por no enunciar otras más.
En sus tratamientos los curanderos Incas utilizaban, además de las prácticas que hoy consideraríamos psicoterapéuticas, hierbas frescas y secas, animales vivos y disecados, minerales, oraciones misteriosas, música y danza.
Es importante resaltar aquí, particularmente, el uso de la corteza del quino, conocida como quinina; los incas utilizaban esta corteza para tratar las fiebres palúdicas (paludismo) según refiere Mikel C. Gerald, en su maravilloso libro La historia de los Medicamentos. Del arsénico a la viagra, 250 hitos en la historia de los medicamentos (2019): “La quinina fue llevada a Europa en 1640, donde pronto ganó aceptación. En 1820, los químicos franceses Pierre-Joseph Pelletier Y Joseph Bienaimé Cabentou aislaron de dicha corteza la quinina, que era el alcaloide activo antipalúdico”. Como es ya sabido, la quinina desempeñó un papel esencial en el combate de la malaria cuando los europeos colonizaron África, hacia la segunda mitad del siglo XIX. Como también es ampliamente conocido, hasta la década de 1920 la quinina fue el remedio principal en los ataques agudos de esta enfermedad.
Asimismo, Mikel C. Gerald refiere que: “Cuando la expedición del Francisco Pizarro llegó al actual Perú a finales de la década de 1520, se encontró con que el Imperio Inca ejercía el poder en gran parte del Continente Americano. La arquitectura de los Incas sobresalía entra las demás artes; un ejemplo de ello es Machupichu a 80 kilómetros de Cuzco, que pudo servir de centro ceremonial (…) antes de la llegada de los españoles, la hoja de coca era considerada un bien divino, por ello era popular entre la nobleza y en las ceremonias religiosas. Tras la conquista del Imperio en 1532 su empleo se extendió a todos los estratos sociales; los nativos contratados en las minas de oro y plata, cuando masticaban sus hojas, trabajaban con mas ahínco y por más tiempo, soportando mejor el dolor y el hambre”.
Finalmente, los Incas que habitaban la región del Cuzco, hacia el siglo XI D.N.E, practicaron con éxito las operaciones de trepanación del cráneo con fines curativos y, según se refiere por algunos historiadores, llegaron a tener un éxito del 90% de los pacientes, con niveles de infección realmente bajos. Aún más sorprendente, realizaban varias trepanaciones en las mismas personas. Este hallazgo fue realizado por el equipo de Valerie Andruschko, de la Universidad de Connecticut y su colega Jon Verano, de la Universidad de Tulane, quienes analizaron 411 cráneos de más de un millar encontrados. (CONTINUARÁ)